miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mamá ya no está, pero seguirá dando vida a otros


No fue una decisión fácil, pero Marcelo Rodríguez y sus tres hijos están orgullosos de haber donado los órganos de Claudia, la mamá que fue víctima de muerte cerebral en Ciudad del Este. Invitan a otras familias a seguir el ejemplo.


Por Claudia Cardozo
y Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

Hace cinco días que mamá ya no está, y la humilde casa de la familia Rodríguez Enciso permanece envuelta en una nube de dolor y profunda tristeza, pero Griselda, la hija mayor, prefiere no derramar lágrimas.
“Sé que mi madre va a seguir viviendo en otras personas que heredaron sus órganos, y eso me hace feliz, me reconforta por la pérdida de mi madre. Creo que fue ella misma la que desde el cielo nos inspiró a mi papá y a mí para que tomemos esta difícil decisión, de la que estamos orgullosos”, dice la joven, de 19 años, estudiante de Odontología, quien ahora asume el rol de llenar el vacío dejado por su progenitora y ayudar a su padre en el cuidado y la educación de sus dos hermanitos, los mellizos Karina Noemí y Ever Marcelo, de 12 años.
La casa es una residencia humilde, adornada de flores y plantas, en el barrio Santa Ana de Ciudad del Este. En la sala se ha montado un altar familiar, en donde todas las tardes se reza el novenario, que concluirá el próximo lunes. En esta misma sala cayó desvanecida la señora Claudia Enciso de Rodríguez, de 42 años, en la mañana del jueves pasado, y desde entonces ya no pudo recuperarse.
“Ella sufría de hipertensión, aunque ese día parecía estar muy bien, ocupándose con normalidad de las tareas de la casa. En un momento se quejó de que le dolía mucho la cabeza, y luego ya cayó al suelo, desmayada. Nos asustamos mucho y la trasladamos rápidamente al Sanatorio Central, donde nos confirmaron que había tenido un derrame cerebral”, cuenta Griselda.

MOMENTO DE DECISIÓN. Marcelo Rodríguez es mecánico dental y con su oficio sustenta a toda su familia. En el barrio es reconocido por ser una persona amable y servicial, muy trabajador, y junto a su difunta esposa participaban activamente en la comunidad parroquial.
Al segundo día de que su esposa permanecía internada, Marcelo tuvo que enfrentarse a la dura y dramática realidad, cuando el médico terapista Pablo Cabral le confirmó que Claudia estaba con muerte cerebral, y era prácticamente inviable su recuperación, aunque podía ser mantenida mucho tiempo en ese estado, a un alto costo.
“Fue en ese momento cuando me preguntó si no estaríamos dispuestos a donar sus órganos para otros pacientes que necesitaban imperiosamente, y que gracias a ella podían tener una oportunidad de nueva vida. Yo nunca antes había pensado en esa posibilidad, y me tomó de sorpresa. Sentí como una luz dentro de mí, una inspiración, y le dije que sí, pero que necesitaba consultar con mis familiares”, recuerda Marcelo.
Lo habló con su hija mayor, Gricelda, quien le dijo que estaba plenamente de acuerdo. “Yo también sentí como que algo desde adentro me decía que aceptara la propuesta. Tal vez era mi mamá la que me hablaba”, indica la joven.
Pero hubo otras voces que dijeron no. “Algunos de los familiares de mi esposa se opusieron tenazmente, dijeron que no querían que se juegue por el cuerpo. Discutimos mucho y al final pude convencerlos. Entonces le dimos nuestra confirmación a los médicos”, dice el padre de familia.

SUPERAR PREJUICIOS. El sábado, un equipo del Centro Nacional de Donación llegó desde la capital del país al Alto Paraná para retirar los dos riñones y las dos córneas. También estaba previsto extraer el corazón y trasplantarlo a un paciente que aguardaba con mucha expectativa, pero esta última operación no pudo cumplirse por las pésimas condiciones del clima, que no permitía que un avión pudiera despegar y trasladar a tiempo el preciado órgano.
“No sé, creo que hasta en esto hay designios divinos. El corazón de mi mamá era tan especial, tan cargado de amor, que seguramente era único. Pero hoy nos reconforta saber que otras personas podrán volver a ver con sus ojos, o tener una nueva vida con sus riñones”, reflexiona Griselda.
A su lado, Marcelo abraza con ternura a sus hijos y reconoce que ha dado un paso histórico, ya que nadie antes en su familia, en su barrio o en su entorno conocido, ha aceptado donar los órganos propios o de un ser querido. “Hay que vencer los prejuicios y hacer el bien de esta manera. Nosotros somos católicos y no sentimos que estemos traicionando nuestra creencias, por el contrario, estamos ayudando a dar vida, que es lo que quiere Dios”, dice.
Los integrantes de la familia Rodríguez Enciso invitan a que otras personas sigan su ejemplo. “Ya verán que se van a sentir muy útiles ayudando a otros, y verán que la ausencia del ser querido se hace más llevadera, cuando vean que de la muerte puede nacer la vida”, dice el padre de familia.

martes, 3 de noviembre de 2009

Caetano: "Recuerdos de Ypacaraí es el tema que más me gusta en Fina Estampa"


Caetano Veloso se deja querer por sus fans, la noche antes de su concierto, en el Nine Bar de Ciudad del Este. (Foto: Andres).

Caetano Veloso, el gran cantautor brasileño y legendario creador del Tropicalismo, no es muy amigo de dar entrevistas periodísticas antes de un concierto, pero desde hace un tiempo le tomó el gusto a la blogósfera, y a cada tanto responde a preguntas de sus fans desde su blog “Obra en Progresso”.
Desde el principio, los empresarios que patrocinaron su primer histórico show en Paraguay, aclararon que no iba a haber ninguna rueda de prensa con el artista durante su estadía en Ciudad del Este, y que probablemente tampoco iba a conceder notas. “Generalmente él no sale del hotel, se conecta a su computadora y se queda escribiendo o mandando mails”, advirtió uno de sus asistentes.
Ante este panorama, una semana antes de su viaje, le hice llegar algunas preguntas vía e-mail a su representante, Lucas Giacomolli, para transmitírselas a Caetano, con la idea de publicar la entrevista como una antesala a su presencia en el país, pero las respuestas no llegaron.
En la noche del jueves 29 de octubre, en vísperas del show, una llamada a mi teléfono celular me avisa: “¿Querés hablar con Caetano? Acaba de llegar al país y viene a cenar en el Nine”. Veinte minutos después estábamos allí, con Willian Bernal, gerente publicitario de UH CDE, sentados en la mesa contigua a la que ocupaba el artista con otras dos personas, miembros de su equipo. Gentilmente saludó a todos y pidió que le permitan disfrutar de la cena, para luego sacarse fotos con sus fans. La mujer que lo acompañaba puso cara de mala para aclarar: “Reportajes, no”.
Pero Caetano es Caetano, y a la salida del restaurante, cuando intentaba escaparse del asedio de sus admiradores, respondió con mucha gentileza cuando le disparamos algunas preguntas, y se quedó a compartir una breve charla, cuya versión fue publicada en la edición del viernes 30 de Última Hora.
La sorpresa mayor llegó en la noche del concierto, cuando un joven de perfil casi adolescente se me acercó, en medio del trajín informativo: “Hola, ¿sos Andrés, de Última Hora? Yo soy Lucas, el representante de Caetano. Quería saber si te llegaron las respuestas que él te mandó, sobre tus preguntas”. Obviamente, no habían llegado. Lucas las había enviado a la dirección de correo de Jesse Bianchini, propietario del Nine Bar & Lounge, quien en esos días, enfrascado en los mil detalles de la organización, ya no sabía ni como se llamaba.
La entrevista exclusiva vía e-mail con Caetano Veloso llegó al día siguiente del show. Estas son sus respuestas, traducidas del portugués.

-Este es tu primer concierto en Paraguay, un país del que escogiste una de sus guaranias más emblemáticas, Recuerdos de Ypacaraí, para incluirla en tu disco Fina Estampa, donde recreás en tu peculiar estilo algunas de las canciones más bellas de América Latina. ¿Qué te llevó a grabar esta canción nuestra?
-Recuerdos de Ypacaraí es el tema que más me gusta en Fina Estampa. Creo que la canción habla desde el fondo del corazón de América Latina, y tiene una palabra guaraní en el título. Yo adoro esa música desde que era un niño.

-Lo más llamativo es el peculiar arreglo que le hicieron a esta guarania, que se atribuye al maestro Jacques Morelenbaum, director musical del disco. ¿Cuál es la historia de ese arreglo?
-En realidad, la grabación en Fina Estampa fue hecha apenas con mi voz y un contrabajo, tocado por Zeca Assumpção. Jacques Morelenbaum hizo la dirección musical y produjo el disco conmigo, pero la atmósfera grave y lírica de "Recuerdos de Ypacaraí" fue creada por el contrabajo de Zeca y con mi voz. Creo que resultó muy emocionante. Pero creo que no la voy a cantar ahora, en Ciudad del Este, porque no da para reproducir el mismo clima sin Zeca Assumpção.
(Al final, Caetano cambió de idea y decidió cantar “Recuerdos de Ypacaraí” durante su histórico concierto en Alto Paraná, aún sin el toque mágico del contrabajo de Zeca, improvisando una versión distinta, quizás más cálida e intimista, solo él con el rasgueo de su guitarra, que resultó igualmente emocionante).

-Desde tu origen musical, nutrido básicamente por la cultura afro-brasileña de Bahía y toda su posterior proyección universal, ¿qué idea tenés de la cultura guaraní paraguaya?
-En cuanto a la cultura guaraní, mi único contacto directo con ella fueron algunas guaranias que, en el inicio de los años 60, la oí cantadas en esta lengua indígena. Las guaranias paraguayas hicieron un inmenso suceso en el Brasil, en aquellos años (o por lo menos en Bahía), tanto en versiones brasileñas como en español, pero algunas en guaraní llegaron a mis oídos.

-Sabemos que tu primer concierto en Paraguay es parte de la gira de promoción de tu último disco Zii e Zie, y que las canciones forman parte de esta producción. Pero, ¿es posible esperar algún tema más clásico de tu repertorio, alguna canción en español?
-Para cualquier lugar del mundo en que me toque viajar, siempre presento el trabajo en que estoy envuelto en ese momento. Ahora hago el show "Zii e Zie", nacido del CD del mismo nombre, en donde toco con un trío de músicos jóvenes, de sonoridad rock.
Tocamos canciones de este disco, y también canciones de otras épocas de mi carrera, además de músicas de otros autores que me parezcan pertinentes en el contexto del show. Hay incluso una canción en español, un tango argentino (“Volver”, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera), pero el mismo es parte del repertorio desde que estrenamos en Rio, y nosotros lo hemos tocado en todas las ciudades brasileras.

viernes, 30 de octubre de 2009

Caetano en Ciudad del Este: "Siempre adoré la música paraguaya".



Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

"Siempre adoré la música paraguaya, y especialmente esa guarania tan 'bonitiña' (lindísima) que se llama Recuerdos de Ypacaraí, por eso incluí esa versión, con un arreglo en solo de cello tan bonito del maestro Jacques Morelembaum, en el disco Fina Estampa", dijo el gran cantautor Caetano Veloso, a poco de llegar por primera vez al Paraguay.
El cantante y compositor bahiano llegó por vía aérea cerca de las 19 al aeropuerto de Foz de Yguazú, desde donde cruzó el Puente de la Amistad, dejó su equipaje en el Hotel Casino Acaray y se dirigió a cenar con sus músicos al N9ne Bar & Louge, lugar donde esta noche ofrecerá su primer e histórico concierto en nuestro país.
La mayoría de los clientes que se encontraban en el local se vieron gratamente sorprendidos por la llegada del cantante, quien saludó a todos con mucha amabilidad y pidió que lo dejen cenar primero para luego sacarse fotos. Se sirvió una ensalada verde de entrada, seguido de un jugoso bife de chorizo acompañado de puré con queso gorgonzola, y como postre un panqueque con dulce de leche. Solo tomó agua.
"Es la primera vez que estoy en el Paraguay, encantado de poder conocerlo y poder cantar aquí, aunque siempre he oído y he admirado su música. Soy un gran enamorado de la cultura indígena tupí guaraní, que compartimos como origen los paraguayos y los brasileños. Espero que podamos disfrutar de un lindo show", dijo Caetano, mientras abandonaba el local para retirarse al Hotel, excusándose de hacer más declaraciones, por sentirse muy cansado por el largo viaje.
En todo momento, durante las aproximadamente dos horas que permaneció en el local, el cantante se mostró muy amable y sencillo. Abrazó a los niños que se acercaban a saludarlo a su mesa y a pedirle sacarse fotos con él.
No quiso adelantar si cantará la versión de Recuerdos de Ypacaraí en el show de esta noche, recordando que el concierto incluirá principalmente las canciones contenidas en su último disco "Zii e Zie", aunque dejó adelantar que podrán haber gratas sorpresas en el repertorio.

FIEBRE. La fiebre de la “Caetanía” se apoderó de Ciudad del Este, a pocas horas del primer histórico concierto que el cantautor brasileño ofrecerá esta noche, desde las 22.
Desde hace varias semanas, los principales hoteles de la región ya no tienen habitaciones disponibles para este fin de semana. “Todo está reservado y vendido, es muchísima gente la que viene desde diversos puntos del país y del exterior, para disfrutar de este espectáculo único”, revela Lucía Velázquez, relacionista del Hotel Casino Acaray.
La intendenta de Ciudad del Este, Sandra Zacarias, brindó su total apoyo al concierto, al punto de autorizar el cierre temporal de una de las calles laterales adyacentes al local, para instalar allí el escenario y permitir que más personas puedan ingresar al recinto.
“La respuesta del público rebasa toda nuestras expectativas y demuestra que Ciudad del Este puede convertirse en un centro generador de expresiones culturales y en un circuito turístico de nivel internacional”, destaca Carlos Samudio, uno de los empresarios responsables de la venida del artista.

NUEVA PROPUESTA. Un enorme escenario al aire libre servirá de plataforma para que Caetano presente los temas de su último disco “Zii e Zie” (tío y tía, en italiano), en donde reúne varios temas de un trabajo experimental que él denomina “transamba” y “transrock”, fusionando los ritmos del rock y del samba, aunque se da por descontado que además interpretará otros temas de su más clásico repertorio.
Caetano actuará acompañado de un trío de talentosos músicos que componen la banda “Cê”, con Pedro Sá (guitarra), Ricardo Diaz Gómez (bajo) y Marcelo Callado (batería).
Calificado como “uno de los compositores más grandes del siglo”, por el diario New York Times, natural de Santo Amaro, Bahía, el cantante (actualmente de 67 años) es uno de los legendarios fundadores del movimiento musical Tropicalismo, junto a Gilberto Gil, Gal Costa y su hermana María Bethania, en los años 60.
Censurado y perseguido por la dictadura militar brasileña, fue obligado a exiliarse en Londres en 1969. Autor de renombradas canciones como “Odara”, “Sampa”, “Es prohibido prohibir”, grabó más de 30 discos y participó en películas como “Volver”, de Pedro Almodóvar y “Frida”, de Julie Taymor y Salma Hayek.
En Ciudad del Este ofrecerá un show de casi dos horas, para un público estimado en unas 1.800 personas. “Creemos que con el concierto de Caetano marcaremos un antes y un después en el circuito cultural y turístico en la región, ya que esto es solo el inicio de una serie de espectáculos con artistas de gran renombre internacional, que estaremos ofreciendo”, sostiene Jesse Bianchini, otro de los propietarios del N9ne.

lunes, 26 de octubre de 2009

Caetano abre puertas a la otra cultura en Ciudad del Este


El concierto que el gran cantautor bahiano ofrecerá en la Triple Frontera, ayuda a derribar viejos mitos. Hay un nuevo circuito turístico, nocturno y cultural, forjándose en el Este.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

“¿Por qué le traen a Caetano Veloso a Ciudad del Este y no a Asunción?”, es el reiterado reclamo que escucho de parte de varios amigos capitalinos, desde que se enteraron de que el fundador del Tropicalismo ofrecerá su primer show en Paraguay, este viernes 30 de octubre, en el N9ne Bar & Lounge.
Detrás de este cuestionamiento geográfico se oculta lo que podríamos llamar “asuncentrismo”: una tendencia a ver a la capital paraguaya como el ombligo del mundo, y a desvalorizar –consciente o inconscientemente- toda expresión artística más allá de Calle Última.
La creencia predominante es que CDE es apenas una gran ciudad shopping, paraíso de “sacoleiros” o “compristas”, en donde la carrera consumista no deja espacios al arte y la cultura. Pero la realidad ha cambiado mucho. La aclamada presencia de Caetano, gracias a la audacia de dos jóvenes empresarios “bi-nacionales” (el paraguayo Claudio Samudio y el brasileño Jesse Bianchini) permite revelar que un nuevo circuito turístico, nocturno y cultural, está forjándose en el Este.
Hace algunos años, para disfrutar de un local nocturno de nivel, con buena oferta de gastronomía y shows artísticos, había que cruzar la frontera a Foz do Iguaçu, Brasil, o Puerto Iguazú, Argentina, ya que los locales esteños dejaban mucho que desear.
Hoy la historia es diferente: son los brasileños y argentinos quienes llegan en busca de buenas propuestas en territorio paraguayo. Al remozado Hotel Casino Acaray, a los elegantes bares y pubs Cerca del Río, Inside, Liverpool; a los restaurantes Belsit, El Bistró de Monalisa, Madame Chateau de Las Ventanas, Faraone, incluyendo pintorescos lugares de exquisita cocina china y árabe, se suma ahora el N9ne Bar & Lunge, que según sus propietarios ofrece “la mejor cocina de la Triple Frontera”, y que además trae como regalo a Caetano Veloso.

Un show armado con el público.

El concierto de Caetano es parte de la gira de su último disco, “Zii e Zie”, y permitirá disfrutar de las innovaciones experimentales que el inquieto cantautor bahiano sigue desarrollando, a sus 76 años de edad.
Continuidad de su disco anterior “Cê”, con los talentosos músicos brasileños -Pedro Sá (guitarra), Ricardo Diaz Gómez (bajo) y Marcelo Callado (batería)-, que lo acompañarán en el show de Ciudad del Este.
Aquel fue un disco con puro sonido de rock irreverente, mientras “Zii e Zie” se abre a un estilo experimental de rock y samba, que el autor denomina “transamba”, en donde busca extrapolar paisajes bien “cariocas” a un ambiente musical marcadamente “paulista”.
El título se traduce del italiano como “tíos y tías”, porque “es así, como tíos y tías, que nos sentimos delante de los niños del semáforo, en Río”, explica Caetano.
Lo más destacado es el proceso en que fue creando el disco, tras habilitar un blog en internet, “Obra en Progresso” (www.obraenprogresso.com.br). Además de escribir textos sobre música, política, cine, gastronomía, etc., iba mostrando en videos las distintas versiones de cada canción, pidiendo al público que corrija, modifique, vote y decida con cuál quedarse. “Dejo a la canción precaria, defectuosa, para que la vayan mejorando conmigo”, explica.
Conmovedores retratos de la realidad social carioca, como “Perdeu” o “¿Por quém?”, conviven con irónicas crónicas costumbristas como “A cor amarela” y temas fuertemente políticos como “A Base de Guantánamo”, que le costó un público enfrentamiento con el líder cubano Fidel Castro.
Pero es casi seguro que en su primer concierto en Paraguay no faltarán los clásicos más clásicos de la Caetanía, así como los temas del folklore latinoamericano que con tanta elegancia recreó en “Fina Estampa”, y mucho menos la peculiarísima versión de la guarania “Recuerdos de Ypacaraí”, arreglada en solo de cello con el gran maestro Jacques Morelembaum.

viernes, 9 de octubre de 2009

La fina estampa de Caetano Veloso llega el 30 a Ciudad del Este


Por primera vez en Paraguay, el célebre cantautor brasileño ofrecerá un concierto exclusivo en el N9ne, nuevo espacio de la noche esteña. Inaugura una serie de shows con grandes artistas internacionales.


Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

“Queremos cambiar el mito de que Ciudad del Este no posee locales nocturnos con propuestas artísticas y culturales de gran calidad”, aseguran Carlos Samudio y Jesse Bianchini, dos jóvenes empresarios que el próximo viernes 30 de octubre presentarán en concierto al bahiano Caetano Veloso, uno de los cantautores brasileños de mayor renombre universal, por primera vez en la capital del Alto Paraná y en toda la región de la Triple Frontera.
El recital exclusivo del afamado creador de “Soy loco por ti, América” se iniciará a las 21:00, en el N9ne Bar & Lounge, un nuevo local nocturno inaugurado recientemente en en la esquina de Los Lapachos casi Supercarretera Mariscal López, a 300 metros del Viaducto Kilómetro 4.
“Invertimos en desarrollar un polo turístico para esta región del Paraguay. Ofrecemos un restaurante y centro nocturno con gastronomía y ambientación de primer nivel, y ahora iniciamos una serie de shows con grandes artistas internacionales, empezando nada más y nada menos que con el gran Caetano Veloso”, revela el brasileño Jesse Bianchini, ex gerente del conocido Bar Capitâo de Foz de Yguazú, quien junto con su socio paraguayo Carlos Samudio son los propietarios del nuevo local.

EL SHOW. El New York Times lo llamó “uno de los compositores más grandes del siglo”. Nacido en Santo Amaro, Bahía, en 1942, Caetano Veloso es uno de los legendarios fundadores del movimiento musical Tropicalismo, junto a Gilberto Gil, Gal Costa y su hermana María Bethania, en los años 60. Censurado y perseguido por la dictadura militar brasileña, fue obligado a exiliarse en Londres en 1969
Autor de renombradas canciones como “Odara”, “Sampa”, “Es prohibido prohibir”, grabó más de 30 discos y participó en películas como “Volver”, de Pedro Almodóvar y “Frida”, de Julie Taymor y Salma Hayek.
En Ciudad del Este ofrecerá un show de casi dos horas, para un público estimado en unas 1.800 personas. Los organizadores han previsto tres tipos y precios de entradas: un sector denominado Vip Master, con sillas ubicadas frente al escenario, que costarán 60 dólares por persona; un sector VIP, también con sillas, a 45 dólares por personas; y un sector de mesas, que costará 400 dólares por cada mesa para 4 personas. Un área especial de camarotes VIP ya está totalmente vendida, aún antes de que el show se haya promocionado públicamente.
Las entradas están actualmente en ventas en el local de N9ne y en el Hotel Casino Acaray de CDE. Las reservas pueden realizarse al teléfono de línea baja (061) 513999, y a los celulares: 0983-747474 y 0973-505050. Los organizadores también buscan habilitar puestos de venta en Asunción.

UNA LOCURA. “Hay quienes nos dicen que es una locura traer un show tan exquisito y caro como el de Caetano a Ciudad del Este, pero aún antes de iniciar la promoción, con solo conocerse la noticia boca a boca, ya nos llueven pedidos de reserva de Brasil, Argentina y Paraguay. Tememos que el local resulte pequeño”, dice Jesse Bianchini, quien ya tiene una larga experiencia como promotor de shows y conciertos en Brasil.
Este será la primera vez en que Veloso actuará en Paraguay y en toda la región de la Triple Frontera, y los fans de la “caetanía” ya tienen por descontado de que el bahiano entonará su exquisita versión de la guarania Recuerdos de Ypacaraí, contenida en las versiones de su álbum “Fina Estampa” y en el legendario concierto grabado en vivo para la productora televisiva internacional HBO.

lunes, 21 de septiembre de 2009

TRATA DE PERSONAS EN LA TRIPLE FRONTERA (3): Se vende niña de 15 años por 500 pesos


Argentina, principal mercado sexual. Jovencitas paraguayas se ofrecen a los transeúntes frentes a un albergue transitorio, en la zona de Constitución, Buenos Aires.


L. A. fue llevada desde Caaguazú a La Plata para trabajar como doméstica, pero acabó secuestrada en un burdel, golpeada y obligada a mantener sexo con los clientes. Logró escapar y pedir ayuda a la policía.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
y Sofía Masi

Tan solo 500 pesos (750 mil guaraníes). Es lo que cuesta “comprar” a una chica paraguaya, menor de edad, en un burdel de La Plata, Argentina. Es lo que Oscar, “caficho” de un prostíbulo, le pagó a Norma, “madama” de otro burdel, por la menor L., llevada con engaños desde Caaguazú para trabajar como empleada doméstica. (La comparación es muy odiosa, pero una vaca, en el mercado local, cuesta cuatro veces más: 3 millones de guaraníes).
L. tiene solo 15 años de edad, pero ya sus mejores sueños se han visto destrozados a edad temprana. Ella proviene de una familia campesina humilde en la zona de Caaguazú, y trabajaba desde muy chica envasando carbón en una pequeña empresa familiar.
En una discoteca, L. conoció a Armindo, un hombre canchero y simpático, quien le ofreció la oportunidad de su vida. “Me habló de que una familia amiga suya, en la Argentina, que estaba necesitando una empleada doméstica, y que allí iba a ganar tres veces más de lo que yo ganaba en la carbonería”, narra la joven.
L. no lo pensó dos veces. Esa misma noche, en la fiesta, le dijo que sí, que estaba dispuesta a viajar. Armindo no perdió el tiempo: la citó para dentro de dos días, en la Terminal de Caaguazú, ya con su equipaje y su cédula de identidad.
Para evitar problemas de documentación por ser menor de edad, L. acudió a un recurso conocido: fue hasta la casa de su hermana mayor, le sustrajo la cédula de identidad y dejó la suya en su lugar.
El lunes 17 de setiembre, a la tarde, la jovencita llegó con su bolso a la terminal de Caaguazú, donde Armindo ya la estaba esperando con su pasaje en la mano. Le explicó que viajaría a las 17, en un ómnibus de la empresa Nuestra Señora de la Asunción que iba directo a La Plata. A su llegada la iba a estar esperando la señora Norma, la mujer que le otorgaría el empleo tan anhelado.

VENDIDA COMO ESCLAVA.
El ómnibus llegó el martes 18, cerca del mediodía. “Al bajar, ya le reconocí a la mujer por las señas que me dio Armindo. Me saludó y me pidió mi documento, pero yo no le entregué. Nos subimos en un taxi y me llevó a la casa donde supuestamente yo iba a trabajar como doméstica. Era una casa enorme”, recuerda L.
Al recorrer el sitio, la adolescente se dio cuenta de que era “un boliche”, por el ambiente y la forma de vestirse de las chicas que se hallaban en el lugar. “Allí me di cuenta que me engañaron, y para confirmar mis sospechas le pregunté al dueño de la casa cual iba a ser mi trabajo. Me dijo que tenía que complacer a los clientes, que me tenía que acostar con ellos. Le dije que jamás haría eso, y entonces este hombre empezó a golpearme, hasta dejarme inconsciente”, relata.
Luego de dos días de constantes maltrato físicos, la señora Norma, la “madama” del burdel, le dijo que se prepare, que la iban a trasladar a otro sitio. La metieron en un vehículo cerrado, con vidrios ahumados y la llevaron a un sitio no lejano. Era otro prostíbulo, también en La Plata, pero en la zona de Arana.
Allí le presentaron a un hombre llamado Oscar, que desde entonces sería su nuevo patrón. En el local había otras cuatro mujeres, dedicadas a la prostitución: dos de ellas eran de nacionalidad paraguaya, las otras dos eran argentinas.
“El señor Oscar me dijo que tenía que estar lista para cuando lleguen los clientes. Nuevamente me negué, y entonces Oscar me golpeó por la cara, por la cabeza, me tiró contra la pared, y me decía que tenía que comenzar a trabajar, porque él le había pagado 500 pesos por mí a la señora Norma, y tenía que recuperar su dinero”, recuerda L., entre sollozos.

CASTIGO. La joven L. no tuvo más alternativa que aceptar la explotación a que la sometían. Desde el primer día la obligaron a “trabajar” a todas horas en que era requerida por los clientes. Por ser menor de edad, era la más solicitada.
“El mismo Óscar le cobraba a los clientes: por 15 minutos de sexo cobraba 30 pesos (45 mil guaraníes); por 30 minutos, 50 pesos (75 mil guaraníes), por 1 hora, 100 pesos (150 mil guaraníes)”, cuenta la joven.
Mantenía relaciones sin ninguna protección, a excepción de unos pocos clientes que llevaban sus propios preservativos. La mayoría de los que acudían al local eran argentinos y peruanos.
“No me dejaban salir ni siquiera a la puerta. Me tenían encerrada y constantemente me golpeaban. A veces me dejaban si comer como castigo porque protestaba, o me hacían dormir en el piso”, destaca.
En una ocasión le contó a uno de los clientes su trágica situación, y este le prometió ayudarla a escapar, pero Oscar se dio cuenta y le amenazó al cliente, que era vecino del lugar.
L. le pidió ayuda a las otras dos chicas paraguayas. Un día, cuando ya llevaba más de un mes en el lugar, una de estas paraguayas le avisó que el encargado del prostíbulo estaba muy borracho y se había quedado dormido, y que era el momento de huir.
“Esta chica compatriota me acompañó hasta la puerta, salí a la calle sola, pero no sabía a donde ir, porque no conocía nada ni a nadie. Entonces me acordé que el cliente amigo me dijo que cerca había una comisaría. Corriendo, pregunté y pude llegar. Le conté todo al primer policía que encontré, y él me ayudó”, rememora la joven.
Al poco rato, el caficho Oscar llegó con prepotencia y dijo a los policías que la chica era suya, y QUE la iba a llevar de nuevo, pero los uniformados se lo impidieron, y el hombre tuvo que retirarse.
Los policías dieron parte al Consulado del Paraguay en Buenos Aires, que intervino en el caso. En seguida también tomaron parte funcionarios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que asistieron a la joven L., y la pusieron en contacto con la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia en Paraguay. Así, en la tarde del 29 de noviembre de 2007, la joven L. descendió de un avión que aterrizó en el Aeropuerto Guaraní de Minga Guazú, Alto Paraná, donde la estaban aguardando educadores y abogados del Centro de Atención, Prevención y Acompañamiento a Niñas, Niños y Adolescentes (Ceapra), con base en Ciudad del Este, que le dieron albergue y atención especializada.
Ahora L. está de vuelta en su comunidad, ha podido reencontrarse en un largo abrazo con su madre, ha llorado mucho y sigue llorando, pero siente que la vida le sonríe de nuevo y le ha dado otra oportunidad. Tiene aún rastros de heridas en el cuerpo, pero son las otras, las que no se ven, las heridas del alma, las que más le duelen, y la que seguramente tardarán un largo tiempo -¿toda una vida?- en cicatrizar.

viernes, 4 de septiembre de 2009

TRATA DE PERSONAS EN LA TRIPLE FRONTERA (2) La historia de Graciela (segunda parte), huida en la madrugada.


Por este mismo lugar, desde Puerto Irala (Paraguay), Graciela fue cruzada clandestinamente en canoa por el río Paraná, hasta Puerto Esperanza (Argentina), donde fue mantenida en cautiverio y obligada a prostituirse en un burdel de carretera.


Durante dos meses, Graciela y sus dos compañeras menores sobrevivieron secuestradas en el burdel “La Cueva”, en Argentina, hasta que lograron huir. Un canoero se apiadó y las hizo cruzar de vuelta al Paraguay. No presentaron denuncia judicial, por miedo a represalias.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
y Sofía Masi


“Fue como vivir en un infierno…”. Así describe Graciela los meses en que ella y sus dos compañeras menores de edad vivieron encerradas en el Bar Pool “La cueva del Tío Tito”, en Puerto Esperanza, Provincia de Misiones, Argentina, luego de haber sido llevadas engañadas desde Ciudad del Este con la promesa de ganar 300 pesos (450 mil guaraníes) a la semana, trabajando como meseras en un restaurante.
Las tres jovencitas habían sido “reclutadas” por Silvana, una chica joven que las conoció en una discoteca cachaquera de la capital altoparanaense. Las hicieron cruzar por Puerto Irala, una pequeña y aislada localidad ubicada a orillas del Paraná, a 70 kilómetros al sur de Ciudad del Este. Allí, un hombre previamente contratado las hizo cruzar en una precaria canoa, hasta desembarcar en una playa en medio del monte, del lado argentino. Fernando, el socio de Silvana, había pasado la frontera por el Puente de la Amistad en una camioneta y las esperaba en un descampado, cerca de Puerto Libertad, a pocos metros aguas arribas de la base de la Marina argentina. Las alzó en el vehículo, condujo unos 8 kilómetros por un camino de tierra, hasta salir a la entrada de Puerto Esperanza (48 kilómetros al sur de Puerto Yguazú, sobre la ruta 12, que conduce a Buenos Aires), donde se halla el local nocturno.
“En seguida nos dimos cuenta de que nos habían llevado para trabajar en otra cosa. El lugar estaba lleno de clientes, camioneros en su mayoría, sentados en las mesas, que se estaban emborrachando con vino o cerveza, y había varias chicas vestidas con tops y polleras muy cortitas, que se sentaban en los regazos de los clientes, y a veces alguno entraba al fondo con una de las chicas. El dueño o encargado del negocio estaba parado en la puerta, y era el que cobraba el dinero por cada pase”, relata Graciela.

AMENAZAS Y MALTRATOS. “Pase” es el nombre que le dan en el ambiente prostibulario argentino a cada sesión de sexo que los clientes contratan, cuando deciden ingresar con alguna de las chicas a “las piezas del fondo”.
Cuando Graciela y sus dos amigas se dieron cuenta del engaño del que habían sido víctimas, dice ella que intentaron resistirse y pedir que las lleven de vuelta al Paraguay. “Fue entonces cuando comenzaron a maltratarnos, a amenazarnos, nos encerraron en las piezas y solo nos dejaron salir cuando aceptamos entrar con los clientes”, revela.
Los cliente pagaban 50 pesos (75 mil guaraníes) por cada “pase”, y estaban obligadas a entrar todas las veces que eran requeridas, hasta con más de diez hombres en una sola noche.”No podíamos negarnos, si lo hacíamos nos golpeaban, si o sí teníamos que hacer lo que el cliente quería, yo nunca ví un centavo del dinero, porque todo iba al bolsillo del patrón”, dice la joven-
El “patrón” es conocido como el tío Tito, un popular empresario de locales nocturnos en Puerto Esperanza. “La Cueva” está registrada como “bar pool”, pero todos saben que es un prostíbulo disfrazado, ubicado en la misma entrada a la ciudad, sobre la carretera 12, en un cruce estratégico donde los camioneros hacen su parada preferida para “divertirse un poco”.
“Estaban unas diez o quince chicas, casi todas paraguayas, solo una era brasileña. Casi todas menores de edad, de entre 15 a 17 años por ahí. A nosotras no nos dejaban hablar mucho con las otras, había guardias que nos controlaban, no podíamos salir a la calle, y nos tenían la mayor parte del tiempo como presas en la habitación. Yo me sentía muy mal, extrañaba mucho a mi hijito y a mi familia, y con las otras dos amigas nos dijimos que apenas tengamos oportunidad, nos íbamos a escapar, sin importar el peligro”, recuerda Graciela, con los ojos humedecidos.

LA FUGA.
La oportunidad se presentó una fría madrugada, a los dos meses de su permanencia en el burdel. La actividad nocturna había culminado más temprano, los últimos clientes se habían retirado, el patrón y sus colaboradores mandaron a las chicas a dormir y cerraron en local.
Graciela y sus amigas esperaron un largo rato a que todo se ponga oscuro y silencioso. Entonces una de ellas salió de la pieza en puntapiés, llegó sigilosamente hasta el frente del local y comprobó con gran alegría que el guardia se había quedado dormido en su silla.
En seguida buscó a sus amigas, y juntas las tres, sin llevarse casi nada más que la ropa puesta, abrieron con cuidado la pequeña puerta verde del frente, salieron a la calle y echaron a correr hacia la carretera, amparadas por las sombras de la madrugada.
“Caminamos mucho, nos moríamos de frío, cruzamos montes y yuyales, íbamos preguntando cómo podíamos llegar hasta la orilla del río Paraná, la gente no nos quería ayudar, tenían miedo de nosotras. Teníamos miedo de que los guardias del patrón nos persigan y nos agarren otra vez, allí eran capaz de matarnos”, narra la jovencita.
Una de las chicas tenía un embarazo de casi tres meses, y estaba a punto de desamayarse. “Por suerte un señor nos indicó y así llegamos, ya de día, con los pies hinchados y lleno de heridas, hasta la costa del río. Reconocimos a Puerto Irala del otro lado, por donde habíamos pasado la primera vez… ¡Allí estaba el Paraguay, muy cerca, pero inalcanzable! Si era por mí, me tiraba al agua y cruzaba nadando”, asegura Graciela.
Recorriendo la orilla argentina, las chicas encontraron a un canoero paraguayo y les explicaron que tenían problemas, que necesitaban cruzar en seguida, pero que no tenían nada de dinero con ellas. El hombre al principio no quiso ayudarlas, pero luego se apiadó y las alzó en la embarcación. El viaje duró pocos minutos, pero a Graciela le pareció que era una eternidad, que nunca iba a llegar. Cuando al fin la canoa atracó en la costa paraguaya, ella saltó a tierra y se dejó caer de bruces en la playa, sollozando con un entremezclado sentimiento de alivio, de dolor, de alegría… como si volviera a nacer de nuevo.

NO A LAS DENUNCIAS. “No, no quiero, tengo miedo…” dice Graciela, cuando se le pregunta si ya formuló alguna denuncia ante las autoridades del Ministerio Público o la Policía. Ella prefiere que nadie sepa nada de lo que le sucedió, ni siquiera sus familiares más cercanos, no tanto por vergüenza, sino por temor a represalias.
“Los que nos llevaron siguen por allí, tienen mucho poder y mucha influencia, y siguen agarrando jovencitas para llevar a la Argentina, yo no quiero arriesgarme”, afirma ella.
Graciela aceptó contar su historia ante los periodistas de ÚH a condición de que se proteja su identidad, y no se revelen fechas precisas, ni nombres de los involucrados. También rechaza cualquier sugerencia de acudir ante las autoridades, porque no tiene ninguna confianza, ni en la policía, ni en los fiscalía, ni en la Justicia.
Sabe que otras víctimas que si se animaron a presentar denuncias, en lugar de ser protegidas por las autoridades, terminaron siendo abandonadas a su suerte y amenazadas de muerte por la poderosa mafia que se dedica a la trata y explotación sexual de menores en la Triple Frontera.
Graciela ha recibido el apoyo de profesionales de una organización privada, que le brindan orientación sicológica y la están ayudando a reinsertarse lentamente en su comunidad. “Ahora solo quiero volver a mi casa y verle a mi hijo, estoy estudiando peluquería y ese es mi sueño por ahora”, confiesa, con una sonrisa melancólica.

lunes, 24 de agosto de 2009

TRATA DE PERSONAS EN LA TRIPLE FRONTERA (1): La historia de Graciela (primera parte)


El burdel "La Cueva", en Puerto Esperanza, Misiones.

A Graciela (16) la hicieron cruzar clandestinamente el río Paraná en canoa, con la promesa de un empleo digno, junto a otras dos chicas menores. Las tuvieron secuestradas en el burdel “La Cueva”, en Puerto Esperanza, de donde lograron huir. Una serie que revela la oscura red de tráfico sexual en la Triple Frontera.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
y Sofía Masi


La mujer le aseguró que iba a trabajar como empleada en un bar de Puerto Esperanza, en Misiones (Argentina), y que iba a ganar mucha plata. A Graciela se le iluminaron los ojos. Hace rato que andaba buscando trabajo casi con desesperación. De pronto aparece esta nueva amiga, como caída del cielo, con esa propuesta que era como cumplir un sueño. ¡Qué suerte…!
¿Cómo imaginar que el sueño se convertiría en pesadilla? ¿Cómo saber que todo era una trampa, un vil engaño, y que ella iba a terminar secuestrada en un prostíbulo, maltratada con violencia, obligada bajo amenazas a mantener sexo con los clientes, a cincuenta pesos (unos 75 mil guaraníes) por cada vez, dinero del que ella nunca vio un solo billete, porque todo iba a parar a los bolsillos del “patrón”?
Tiene rostro de niña y a cada tanto baja la mirada, como si tuviera mucha vergüenza en contar lo que le sucedió. Hay que arrancarle las palabras con delicadeza, tratando de que el recorrido por su memoria no sea una manera de re-victimizarla, de revivir nuevamente el horror, sino de ayudar a revelar los oscuros tentáculos de una poderosa red mafiosa que se alimenta y lucra con la inocencia.
Obviamente, Graciela no se llama Graciela. Es el nombre que le inventamos para cubrir su verdadera identidad. Pero ella está aquí, enfrentada a sus fantasmas interiores, una sobreviviente fugada del infierno, sentada ante los periodistas de Última Hora, dispuesta a contar su historia, para que se conozca la terrible y cruel realidad social que se oculta en el submundo de la Triple Frontera.

LA PROPUESTA TENTADORA. Graciela vivía con su madre y hermanos en una humilde casa del barrio Don Bosco, en Ciudad del Este. Desde niña, la pobreza y la marginalidad la golpearon con dureza. Muy jovencita se embarazó y tuvo un bebé. La historia de siempre: el hombre desapareció y la abandonó con el hijo.
Así andaba, necesitada de trabajo, cuando apareció Silvana, chica joven, divertida, que le gustaba alardear con joyas y celulares caros. Durante una fiesta, en una discoteca cachaquera, la propuesta llegó, tentadora: “Silvana me dijo que ella me podía llevar a la Argentina, que allá me iba a conseguir un buen trabajo, y que iba a ganar 300 pesos por semana (450 mil guaraníes), sirviendo en un bar”, recuerda Graciela.
Al principio, ella dudó. Nunca antes había salido del país, pero conocía historias de otras chicas que se habían ido a la Argentina, o a España, y mandaban buen dinero a su familia. Las amigas le hicieron la liga: “Andate si que, no seas vyra, aquí en el Paraguay ko ya no hay nada que hacer”.
Graciela era menor de edad y no se atrevía a pedirle a su mamá que le firme un permiso, porque no le iba a dejar irse. La propia Silvana le recomendó la solución. “Escondí la cédula de mi hermana mayor, para hacerme pasar por ella, porque somos medio parecidas”, revela la joven.
Silvana la convenció de que se escape de su casa, y la llevó a vivir con ella, para evitar que se eche atrás. Le dijo que no iba a ser la única, que otras dos chicas paraguayas (también menores) se iban a ir en el mismo viaje, a trabajar en el mismo bar.
En pocos días, todo estuvo listo. Silvana le presentó a Fernando, “un amigo” que iba a ayudarles a cruzar por el río a la Argentina, sin tener que pasar por ningún control. Una cálida mañana (en fecha aún reciente, que nuestra entrevistada prefiere no precisar en la publicación), se realizó el viaje hasta Puerto Domingo Martínez de Irala, pequeña y aislada localidad a unos 70 kilómetros al sur de Ciudad del Este, a orillas del río Paraná.
“Nos llevaron a las tres chicas, todas menores de edad. Había sido que una ya estaba embarazada. Llegamos en Puerto Irala y allí un canoero ya nos estaba esperando, y nos hizo cruzar el río en canoa. A mí me dio mucho miedo, me parecía que se podía volcar. Pero cruzamos sin problema, nadie nos pidió ningún documento, y en el lado argentino ya nos estaba esperando Fernando, con una camioneta”, cuenta Graciela.

VIAJE AL INFIERNO. Del otro lado del río desembarcaron en una playa casi desértica, aguas arribas de la base de la Marina Argentina, en Puerto Libertad. Subieron por un sendero entre las malezas hasta un descampado, donde Fernando las alzó en una camioneta.
“Nos llevó hasta un local, en la ruta, que se llama La Cueva. Cuando llegamos, ya me dí cuenta de que no era un bar común, sino de otro tipo. Había varias chicas, con polleras cortitas, sentadas en los regazos de los clientes. Allí ya me asusté y pensé que me esperaba lo peor”, cuenta Graciela.
Dice que había cerca de veinte chicas en el establecimiento, y que casi todas eran paraguayas. Solo una era brasileña. “La mayoría de las chicas eran de mi edad, menores como yo”, confirma.
El calvario comenzó. “Nos hicieron firmar en una libretita, con la fecha que ingresamos, nos quitaron todos los documentos, y nos dijeron que no podíamos salir de allí hasta cumplir tres meses de trabajo, cuando cubriríamos todo lo que gastaron para llevarnos. Recién entonces nos iban a dar nuestro dinero”, relata la joven.
Ubicado sobre la carretera 12 que lleva de Puerto Yguazú a Buenos Aires, a la entrada de Puerto Esperanza, a unos 48 kilómetros al sur de la Triple Frontera, el bar pool “La Cueva del tío Tito” es un enorme galpón con tinglado, totalmente cerrado, y con una pequeña puerta verde de acceso, como lo pudieron comprobar personalmente los enviados de ÚH, en una visita posterior.
Al fondo del local hay un largo corredor con varias habitaciones. A cada una de las chicas se les asignó una pieza, en la que se las mantenía encerradas la mayor parte del tiempo. En esa misma pieza debían recibir a los clientes.
“Un hombre se colocaba en la puerta y les cobraba 50 pesos a cada cliente que entraba con nosotras. Nunca vimos un solo centavo de ese dinero. No podíamos negarnos, o si no nos pegaban. Si o sí teníamos que hacer todo lo que el cliente quería”, dice Graciela, y un triste silencio se le congela en la mirada.

Proxima nota: Escape del burdel La Cueva en la madrugada, y una larga odisea para cruzar el río, de vuelta al Paraguay. Cómo opera la red de trata de menores.

martes, 28 de julio de 2009

EL CIGARRILLO PUEDE MATAR


Muerte en la frontera. En pocos meses, seis cigarrilleros fueron ejecutados en el centro de Salto del Guairá. En la foto, el cadaver de Evaldo Serafín, el último ajusticiado.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
y José Duarte

GUAÍRA, BRASIL
SALTO DEL GUAIRÁ, PARAGUAY

El “Tiniña” es un pequeño bar ubicado en las afueras de la ciudad brasileña de Guaíra, a orillas del Lago de Itaipú (embalse del río Paraná), frente a la localidad paraguaya de Salto del Guairá. Con apenas media docena de mesas plegadizas de metal y sillas, y un fuerte olor a pescado frito y aguas servidas, es uno de los sitios más cotizados de la región, el local en donde más dinero circula.
El bar está ubicado en un lugar estratégico, junto a un precario muelle sobre el río, oculto por la vegetación, conocido popularmente como “Porto Tiniña” y también como “A praiña (la playita)”, en donde atracan lanchas cargadas con cajas de cigarrillos, mercaderías de contrabando, drogas y armas, tras cruzar las aguas fronterizas desde la costa paraguaya, en medio de la oscuridad de la noche.
-¿Ir a la praíña? ¡Estás loco…! –advierte Tiago Tsuneto, director propietario del semanario Río Paranazâo, de Guaíra.
Hace tres semanas Tiago estuvo allí para fotografiar el sitio en donde Ede Luiz de Sousa, apodado “O Rei do Río (el rey del río”, y también “O Rei do contrabando de cigarros (El rey del contrabando de cigarrillos)” cayó acribillado durante un tiroteo entre grupos mafiosos. Apenas pudo fotografiar el suelo manchado de sangre, cuando tuvo que salir corriendo ante la actitud belicosa de los “portuarios”.
La foto fue publicada en la portada del semanario, con un sugestivo título: “O maior ‘emprendedor’ de Guaíra morre após ser baleado”. Y Tiago explica que Ede de Souza se presentaba ante la sociedad como el más próspero empresario, que daba trabajo a más de 70 empleados en su flota de lanchas y vehículos para transportar las “mercaderías” desde el Paraguay.

EL TABACO PUEDE MATAR. “Ede de Souza era el Rey del contrabando de cigarrillos en la frontera, el mayor capo del tráfico entre Salto del Guairá y Guaíra. Solo en la Policía Federal tenía 12 procesos por contrabando y formación de cuadrillas”, destaca el delegado de la Policía Civil de Guaíra, José Jacovós.
Llamativamente, de Souza se movía como pez en el agua entre los dos países, sin ser molestado. En el Paraguay, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) lo arrestó a principios del 2008, pero quedó en libertad a los pocos días. Se lo veía farrear como un gran personaje en los restaurantes y locales nocturnos de Salto y Guaíra, ser saludado efusivamente por las autoridades y políticos de la región.
El esquema utilizado por del “Rey del Río” era simple. Sus socios paraguayos le entregaban las “cajas de mercaderías” en los puertos clandestinos a orillas del lago, y él los buscaba con sus lanchas en la oscuridad de la noche: productos electrónicos y de informática, armas y drogas, pero principalmente cigarrillos con marcas falsificadas, que sigue siendo el negocio más rentable.
“Una caja con 500 paquetes de cigarrillos se compra en el Paraguay a 70 reales (175 mil guaraníes) y se vende en Brasil a un precio cinco veces mayor. Deja más ganancias que la marihuana y la cocaína, porque estos tienen un mercado reducido, ya que un escaso sector de la población es adicta a las drogas duras, pero la mayoría lo son al tabaco”, explica un veterano “cigarrillero”.
Pero la advertencia impresa en las cajetillas: “el tabaco puede causar la muerte”, es a veces muy real. El sábado 4 de julio, mientras disfrutaba de una fresca cerveza en el bar “Tiniña”, Ede de Sousa fue baleado por la espalda con una pistola 9 milímetros. El presunto victimario es Renato Pereira, alias “Boisiño”, miembro de una banda rival de contrabandistas. En el tiroteo también estuvo involucrado Giovanni Fischer, alias “Primo”, conocido capanga del “Rey”.
Malherido, Ede fue alzado por “Primo” a una lancha y trasladado a una clínica privada de Salto del Guairá. Los médicos paraguayos constataron la extrema gravedad de las heridas y recomendaron llevarlo a un centro especializado del Brasil. El “Rey del Río” murió cuatro días después, tras una larga agonía, en un hospital de Umuarama.

SIN CONTROL. El contrabando de cigarrillos en el Lago de Itaipú se ha quedado sin su principal capo, provocando que varias bandas se disputen el cetro del “Rey del Río” a balazos.
El “ajuste de cuentas” entre las bandas rivales es común a ambos lados de la frontera. En pocos meses, seis ejecuciones a balazos se registraron en el centro de la ciudad de Salto del Guairá.
La más reciente fue la del brasileño Evaldo Serafín, asesinado de un disparo en la cabeza, el 8 de mayo. Implicado en el tráfico de cigarrillos, Serafín fue alcanzado por dos hombres en una motocicleta sobre la calle San Miguel, quienes abrieron fuego en pleno mediodía, en medio de los turistas que hacían compras en el centro comercial.
A pesar del despliegue de comandos militares brasileños del llamado Grupo Alfa en las zonas de Guaíra y Foz de Yguazú, el tráfico ilegal no se detiene, ya que los traficantes solo modifican sus rutas y siguen cruzando la frontera por otras “zonas liberadas”.
A ello se suma la presencia cada vez más fuerte de organizaciones criminales brasileñas, como el Primer Comando Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho (CV) de Río de Janeiro, que se disputan principalmente el control del tráfico de drogas y armas en la zona, y que en setiembre de 2008 provocaron una masacre, asesinando a 15 personas en una granja rural de Guaíra.

El "contrabando tour" en Canindeyú


Tráfico liberado. Un camión pasa sin ser detenido frente al puesto policial de Yvuporá, en la frontera con Brasil. Foto tomada el martes 21 de julio de 2009, al atardecer.



Por Andrés Colmán Gutiérrez
y José Duarte

GUAÍRA, BRASIL
LA PALOMA, PARAGUAY

A las seis de la tarde del martes 21 de julio de 2009, una camioneta patrullera de la Policía Nacional se estaciona sobre la ruta 10 “Residentas”, a la entrada del camino vecinal de 38 kilómetros que conduce desde el centro urbano de La Paloma hasta la frontera seca con el Brasil.
La primera suposición es que los dos policías que permanecen a bordo están vigilando para impedir que los camiones cargados con mercaderías transiten por la reconocida “ruta del contrabando”.
Craso error. Milciades, un conocido dirigente social de La Paloma que acompaña como guía a los enviados de Última Hora, explica que los policías efectivamente vigilan, pero para asegurar que nadie interfiera en el operativo de tráfico ilegal que se efectúa en las oscuras horas de la noche.
“Los policías actúan de batedores (campanas), para garantir que el territorio fique liberado”, relata Miliciades, en su peculiar lenguaje portuñol fronterizo.
Su verdadero nombre es otro, pero él pide que lo llamemos Milciades, porque una “colaboración con periodistas” en la frontera le puede costar muy caro a cualquier poblador.

CONTRABANDO TOUR. Horas antes, el dirigente social nos ha ofrecido lo que él denomina “el contrabando tour”, guiándolos por la cercanía de tres enormes depósitos distribuidos en los barrios periféricos de La Paloma, donde se guardan las cajas de cigarrillos destinados al mercado brasileño.
Dos de los depósitos están ubicados en el barrio Jamaica, protegidos por una alta muralla que impide visualizar lo que pasa en su interior, aunque a cada tanto llegan camiones de carga que ingresan al patio, por un enorme portón que se cierra en seguida.
Milciades afirma que uno de los locales pertenece a un brasileño conocido como Antonio Prezoto, y el otro a un paraguayo llamado Martín Villalba. “Pero ellos solo son depositeros o transportistas, que trabajan para otros grandes jefes cigarrilleiros”, revela.
A la hora de identificar a los jefes del tráfico de cigarrillos, el nombre que más salta es el del brasileño Roque Silveira, más conocido como “Zero Um” (cero uno, en portugués, el capo, el principal) pero Silveira se ha vuelto un fantasma, nadie lo ha vuelto a ver desde que su nombre saltó en la prensa internacional. Ahora vive en Angola, dice Milciades, y desde allí sigue moviendo el negocio a través de sus socios, entre los que se cita a un conocido seccionalero colorado de Salto del Guairá, aunque también se han agregado empresarios y políticos locales del Partido Liberal, a tono con los nuevos hilos del poder.

CARAVANA A LA FRONTERA. Alrededor de las 9 de la noche, cuando las calles parecen desiertas, los camiones emergen unoS tras otros desde el interior de los depósitos y se dirigen hacia la frontera. Una lujosa camioneta todoterreno Toyota, de color plateado, encabeza la marcha. Los observadores cuentan un total de diez vehículos.
Los camiones cruzan la ruta 10, a poca distancia de la patrullera policial, sin ser molestados. Atraviesan el populoso barrio 6 de enero y luego enfilan por el polvoriento camino que conduce al Brasil. A unos 20 kilómetros de La Paloma pasan por el puesto policial de Yvyporá, en donde nadie los detiene. Al llegar al límite fronterizo con Brasil, en el lugar conocido como Paneiriña (a unos 20 kilómetros al norte de Salto del Guairá) existe un destacamento militar paraguayo, pero a esa hora el local permanece totalmente desierto. Los “celosos custodios de la frontera” se han esfumado.
Imparables, los camiones cruzan la línea divisoria hacia territorio brasileño y enfilan por un camino vecinal que conduce a la ciudad de Japorá, Estado de Mato Grosso do Sul, desde donde los cargamentos de cigarrillos se destinarán a los grandes mercados de Sao Paulo y Rio de Janeiro.
Ya es más de medianoche. Ninguna patrulla militar, policial o aduanera del Brasil está controlando la conocida ruta del contrabando. Los comandos de la Fuerza Alfa, de la Policía Militar Brasileña, a esa hora están patrullando por agua, aire y tierra los alrededores del Lago de Itaipú, luego de una jornada de incomodar a los turistas que regresan con mercaderías compradas en los comercios de Salto, pero no se enteran del masivo contrabando que ingresa a solo 30 kilómetros de su base de operaciones.

martes, 23 de junio de 2009

En el Paraguay, los Mbya agonizan entre el olvido y la prostitución


Las familias Mbya Guaraní, enel asentamiento Kuarahy Rese, al costado de la Terminal de Ciudad del Este, sobreviven entre la basura y ya no quieren volver al campo.


A 30 kilómetros de distancia, pero a siglos de diferencia, los Mbya Guaraní de Ciudad del Este (Paraguay) y Puerto Yguazú (Argentina) muestran dos realidades contrapuestas. Lo que no se hace, y lo que se puede hacer.


Por Sofía Masi
y Andrés Colmán Gutiérrez

CIUDAD DEL ESTE

Si usted llega en ómnibus a Ciudad del Este y se baja en la Estación Terminal, lo primero que va a encontrar a la salida es a un grupo de niños indígenas Mbya Guaraní, harapientos y descalzos, que le pedirán dinero y comida.
Muchos de ellos tienen los ojos vidriosos y perdidos por haber estado inhalando la barata y nociva droga del pegamento, conocido popularmente como “cola de zapatero”, y es posible que se pongan agresivos y violentos si usted se niega a ayudarles.
Cuando salga a la calle, mire hacia la izquierda: verá un amplio terreno baldío, en donde están instaladas precarias chozas de hule y cartón, rodeadas de malezas y basura. Allí, desde hace dos años, habitan cerca de 30 familias Mbya Guaraní, que llegaron huyendo de la pobreza desde Caaguazú, Guairá y el interior del Alto Paraná. A pesar del triste paisaje, la comunidad tiene un poético nombre guaraní: Kuarahy resé.
No se sorprenda si, al abordar un taxi y pasar por frente del asentamiento, el chofer, con un guiño pícaro, le ofrece los servicios sexuales de alguna “tierna niña indígena”.
La prostitución es otra de las formas encubiertas de sobrevivencia que han encontrado los nativos, además de la mendicidad, la caridad asistencialista, la recolección y el reciclado de basura, y hasta algunas toleradas formas de robo menor.

TOLDERÍAS URBANAS. Ante la miseria y el abandono que sufren en el campo, muchos nativos Mbya Guarani han abandonado sus seculares tierras para formar “tolderías urbanas” en la capital del Alto Paraná. Los asentamientos más conflictivos son los que están cerca de la terminal y al costado del Centro Regional de Educación.
“Vivimos recogiendo latitas, botellas, basura. Todo lo que juntamos, vendemos por kilo, y de eso compramos para nuestra comida. A veces no nos alcanza y estamos sin qué comer. Muchos vienen un tiempo, consiguen ropas, alimentos y después vuelven a nuestra comunidad”, relata Valeriano Villalba, de 25 años, quien llegó hace unos meses a instalarse con su familia en el baldio de la Terminal.
Varios provienen del histórico “Tecoha” Mbya de Campo 9, Caaguazú, la región donde el gran antropólogo León Cadogan conoció a los grandes “jakaira” y recogió algunos de los mitos ancestrales que volcó en la clásica obra “Ayvu Rapytá”, pero estos Mbya ya casi nada recuerdan de aquellos cantos de sabiduría primigenia. La memoria se su cultura se les ha borrado, y en su lugar suenan estridentes la cachaca y el reguetón.
Entre 70 y 80 niños, descalzos, desnudos, o con pocas prendas, corretean entres las chozas. Casi todos se mantienen analfabetos y no reciben atención médica. “Yo nunca me fui a la escuela”, confiesa Samuel Benítez, un joven indígena Mbya de 17 años.

PÉRDIDA DE IDENTIDAD. A veces, en el corazón de la noche, sentados alrededor del tataipy (fogata), los más adultos tratan de rescatar sus ritos y sus danzas al son del mbaraká (guitarra) y el takuapú (sonido de takuaras golpeando la tierra), pero encuentran poco entusiasmo en los más jóvenes, admite Valeriano Villalba.
“Tenemos que abandonar nuestras tierras para conseguir qué comer. Cuando llegamos a la ciudad todo es diferente. No podemos hacer lo mismo que en nuestras antiguas comunidades. Todos salen de día a rebuscarse por las calles y vuelven de noche. Algunos se van y no volvemos a saber de ellos. Las familias se dividen, hay niños que no están más con sus padres”, revela Valeriano, en un dificultoso castellano.

ASISTENCIALISMO. Los dos grupos de indígenas Mbya instalados en el área urbana de Ciudad del Este están bien diferenciados.
Los de la comunidad Kuarahy Rese, con cerca de 30 familias instaladas al costado de la Terminal, tratan de combatir el consumo de drogas entre los niños y los jóvenes y ya no quieren regresar a sus comunidades de origen. Piden tierra propia, pero dentro o cerca de la ciudad.
Las más de 10 familias ubicadas frente al Centro Regional de Educación ya se han vuelto dependientes del consumo de la cola de zapatero y el crack. Más de una vez fueron regresadas a sus comunidades de origen por la secretaría de Asuntos Indígenas de la Gobernación de Alto Paraná, pero a los pocos días retornaron a la capital departamental.
Hasta ahora, ni el Instituto Nacional del Indígena (INDI), ni la Secretaría de Asuntos Indígenas de la Gobernación, pudo implementar un proyecto de desarrollo sostenible en las comunidades indígenas, para evitar que migren a la ciudad.
Desde el mes de junio, la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, provee mensualmente una dotación de alimentos. El secretario regional, sacerdote Nilo Marmol, explicó que sólo es una medida de urgencia mientras definen un plan de desarrollo sostenible para los nativos. Por ahora es sólo una medida asistencialista.

En la Argentina, un “tekoha de dignidad" protege a los indígenas


El coro Yryapy Poty Miri, de la comunidad Mbya Guaraní de Yryapu, recibe con canciones indígenas a los turistas que visitan las Cataratas del Yguazú, en el lado argentino.


En sus 265 hectáreas de selva virgen remanente, los 400 Mbya de Iryapu enseñan a sus niños a hablar, a cantar y a soñar en el guaraní antiguo de sus mayores, mientras viven con dignidad de la industria turística.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
y Sofía Masi

PUERTO YGUAZU, ARGENTINA

Un melodioso canto en guaraní ancestral recibe a los visitantes que ingresan al Parque Nacional de las Cataratas del Yguazú, en el lado argentino. Vestidos con remeras de color azul, con pinturas en el rostro y adornos de plumas y semillas, cinco niñas y cinco niños Mbya acompañan al cacique Agapito Franco en la entonación de una antigua canción que habla de la creación del mundo guaraní, cuando el Padre Primero Ñamandú hizo nacer el primer resplandor de la vida.
Son los integrantes del Coro Yryapu Poty Mirî, formado por alumnos de la Escuela Intercultural de Turismo Mbya Guaraní “Yachuka Yvapoty”, más conocida como “la Escuelita de la Selva”, que funciona en el corazón de la Selva Yryapu, a solo 8 kilómetros de las Cataratas.
Los miembros del coro no mendigan dinero, solo cantan, son sus dulces voces acariciando el aire, al son de una guitarra y las takuaras que golpean el suelo. Los turistas, admirados por esa muestra de cultura primigenia, van depositando su voluntaria contribución en una cesta ubicada en el piso.
“Nosotros no pedimos dinero, solo venimos a regalar el arte musical que hemos aprendido de los abuelos. Pero el dinero que nos dan en colaboración servirá para ayudar a la comunidad de Yryapu en sus planes de educación y desarrollo” explica el cacique Agapito.

ISLA DE LA UTOPÍA. A la salida de la ciudad de Puerto Yguazú, provincia de Misiones, Argentina, a orillas del río Yguazú, aguas debajo de las Cataratas, se encuentra la entrada a la comunidad Mbya Guaraní de Yryapu, voz nativa que se traduce como “ruido del agua”.
Allí, en unas 265 hectáreas de tierra, en su mayor parte compuesta aún por selva virgen, habitan unos 400 Mbya Guaraní “argentinos”, implementando un modelo de desarrollo sostenible basado en los valores de su cultura indígena ancestral.
Con el acompañamiento de miembros del Proyecto Mate, un emprendimiento apoyado por el Instituto Técnico (ITEC) de Iguazú y financiado por el Niagara College de Canadá, los nativos aprenden cada día cómo desenvolverse en un contexto en el que las leyes son diseñadas por hombres y mujeres que no tienen su misma visión de organización social, política y económica.
La esencia guaraní sigue intacta, pero los Mbya entendieron que en estos tiempos deben adaptarse sin cambiar su cultura, según lo explica Francisco Franco, (su nombre guaraní es Kuarahy), maestro de la Escuela Intercultural Jachuka Yvapoty, que lleva el nombre guaraní de la abuela mayor de la comunidad, Clemencia González. Ella, a sus 78 años de vida, guarda en su memoria la sabiduría guaraní, que se encarga de transmitirla a su pueblo.
“Lo más importante es mantener a la comunidad unida. Lograr que nuestros jóvenes aprendan y mantegan su cultura, el respeto a las autoridades y luchar hasta conseguir lo que buscamos. Aquí hemos luchado mucho para conseguir nuestra tierra y poco a poco estamos creciendo”, dice Francisco.

ADAPTACIÓN. A tan solo unos 30 kilómetros de distancia de sus hermanos indígenas Mbya de Ciudad del Este, Paraguay, que viven sumidos en el abandono, la miseria, la droga y el abandono, los de Yryapy dicen ser conscientes que la realidad del antiguo Mundo Guaraní cambió y nos les queda otra que adaptarse para avanzar.
“Nos quitaron nuestra tierra, ya no podemos vivir como antes. No tenemos ríos donde pescar ni bosques donde cazar. Hoy nos toca organizarnos para vivir del turismo y la agricultura. Tenemos que adaptarnos sin cambiar nuestra cultura”, manifestó Francisco, líder guaraní.
En la pizarra de la Escuelita de la Selva, la lección del día enseña como armar un “mondepi guachú”, una trampa de troncos en medio de la selva, para defenderse del ataque de un tigre.
“El monte que conservamos aquí ya es muy pequeño para nuestras necesidades, pero queremos que nuestros niños aprendan como es nuestra vida allí. El monte para los Mbya es sagrado. Allí teníamos lo que necesitamos, alimentos, refugio, salvación”, explica el maestro Francisco.
Hoy, la comunidad Yryapú está dentro del circuito turístico de las Cataratas. La comunidad comparte su territorio junto a cadenas de grandes hoteles como el Hilton, el Sheraton o el nuevo complejo Loi Suites, instalado dentro de la misma selva Yryapu, que tiene un total de 600 hectáreas.
Para los indígenas, trabajar del turismo no es tarea fácil. El concepto de producción, la remuneración, la regla costo- beneficio son todavía desconocidos en varios aspectos, por lo que permanentemente son asesorados por miembros del Proyecto Mate.
Los nativos confeccionan sus artesanías, las exponen a la entrada de la comunidad y las ofrecen a los turistas. El lugar cuenta con senderos en medio del monte, donde los visitantes pueden conocer las viviendas tradicionales de adobe y takuara, las trampas para la caza, o asistir a alguno de sus rituales, entre otros atractivos del mundo guaraní.

APRENDIZAJE. La esencia cultural de Yryapu se forja en la Escuela Intercultural, un monumento al trabajo en equipo y un espacio de aprendizaje permanente. Funciona desde el año 2007. Fue construida en 6 meses por los nativos, quienes en ese tiempo aprendieron a usar los elementos de albañilería, guiados por un obrero paraguayo.
Claudio Salvador, periodista y educador, integrante del Proyecto Mate, explica cómo niños, jóvenes y adultos aprenden en la escuela a conservar sus tradiciones y preservar su identidad nativa.
“Utilizan materiales audiovisuales como instrumento pedagógico. En estos videos hablan los chamanes (líderes espirituales), quienes cuentan sus historias, cómo desenvolverse, la forma en que se organizan, las leyes, las creencias, todo. El material es totalmente en guaraní y llevó casi un año producirlos y editarlos”, relata Salvador.
Los videos son temáticos y abordan el Sistema Económico Tradicional de los Mbya, la Identidad, Ley y Castigo, Matrimonio y Familia. La escuela cuenta con dos profesores indígenas y dos argentinos. De lunes a miércoles, los docentes argentinos dictan clases del Sistema Educativo tradicional de la Argentina y los jueves y viernes, los educadores indígenas comparten historias, creencias y tradiciones con los alumnos.

AYUDA. “¡Ah, ustedes son paraguayos! Entonces podemos hablar en guaraní”, dice Miguel, de 40 años, conocido por su nombre guaraní Kuaraky Miri, otro de los activos dirigentes de la comunidad Yryapú.
En el asentamiento, se escuchan sonar las polcas cantadas por Oscar Pérez y su Formula Nueva, o por el conjunto electrónico de Ovidio Román. “Si, muchos preferimos escuchar las polcas paraguayas, porque son músicas en guaraní y mantienen vivo a nuestro idioma, pero el guaraní Mbyá es más cerrado que el paraguayo, cuando hablamos en nuestra verdadera lengua, ustedes no nos entienden, pero al menos entienden más que los argentinos”, sostiene.
Él ha visitado varias veces a las comunidades Mbya en territorio paraguayo y se muestra dolido por la situación de pobreza y abandono en que estos sobreviven.
“El pueblo indígena no tiene fronteras. Todo lo que tenemos lo hemos conseguido con nuestra lucha. Visité hace un tiempo a mis hermanos en Mbaracayú (distrito de Alto Paraná) y ellos ahora están peleando por tierra”, cuenta.
“Es muy triste lo que pasa con los hermanos que están en Ciudad del Este y en otras zonas urbanas del Paraguay, quisiéramos ayudarles transmitiendo nuestra experiencia de lucha y de crecimiento”, dice Miguel, quien ofrece su ayuda para dialogar y acompañar a sus hermanos que habitan en el territorio paraguayo.

martes, 16 de junio de 2009

Periodistas se encuentran para hablar de la realidad fronteriza


Jackson Lima (Foz do Iguaçu, Brasil), Claudio Salvador (Puerto Iguazú, Argentina) y Andrés Colmán Gutiérrez (Ciudad del Este, Paraguay), en un encuentro trifronterizo con Judit Vitores, de Canal 7 de Buenos Aires.


Convocados por la periodista argentina Judit Vitores, comunicadores sociales de Brasil, Argentina y Paraguay, se encontraron en Foz de Yguazú, para contar su realidad social, cultural y económica, en el contexto de las Tres Fronteras, desde una perspectiva periodística.


Por Sofía Masi
FOZ DE YGUAZÚ, BRASIL

Un reportaje multicultural sobre una realidad regional muy particular que se vive en la Triple Frontera, fue la excusa perfecta para congregar a destacados periodistas de Brasil, Argentina y Paraguay.
Judit Vitores, periodista de Misiones en el programa Estudio País 24, transmitido a través del canal 7 de Buenos Aires, convocó a los comunicadores con el objetivo de recoger historias y visiones sobre las realidades particulares de cada uno de los tres países que componen la Triple Frontera.
"Nuestra idea es tratar con ellos los temas sensibles que afectan a la gente en esta región. Identificar los puntos de encuentro y desencuentro en la frontera. Por un lado divide la lucha por el poder económico y político. Por otro lado, hay un inevitable encuentro cultural que genera una nueva identidad", manifestó Judit a modo de explicar la intención de hacer un reportaje sobre las tres fronteras.
Los convocados fueron Jackson Lima, periodista de Foz de Yguazú (Brasil), quien actualmente se dedica al periodismo digital con más de 90 blogs (espacios de información digital) en Internet, de los cuales la mayoría aborda temas fronterizos; Claudio Salvador de Puerto Iguazú (Argentina) quien desde Radio Cataratas conduce el programa "Más sábado que nunca", un magazín semanal que aborda diferentes temáticas, privilegiando el compromiso ambiental con el río Iguazú y su cuidado como bien natural de la humanidad y por Paraguay, contribuyó Andrés Colmán Gutiérrez, actual coordinador periodístico de la Redacción Regional del diario Última Hora en Ciudad del Este.

EL ENCUENTRO. La renegociación de los tratados binacionales de Itaipú y Yacyreta, recursos naturales, contrabando, mafia fronteriza, relaciones políticas y convenios internacionales se trataron en un debate detrás de cámaras con posturas muy encontradas, durante un almuerzo en el restaurante Rafaín, ubicado en Foz de Yguazú (Brasil) camino a las Cataratas.
Uno de los propietarios del restaurante, el arquitecto Nilso Rafagnin, acompañado de su esposa Mariam Damen Rafagnin, fueron los anfitriones del encuentro y acompañaron todo el proceso de filmación de las entrevistas individuales, que se realizaron en la plaza frente al Colegio Estadual Bartolomeu Mitre y en un edificio céntrico de Foz.

EL DESAFÍO EN LA FRONTERA. "Los desencuentros en la frontera son históricos y existen numerosos desafíos que deben asumir los Gobiernos de los tres países y la propia gente. El principal objetivo debería ser crecer en conjunto buscando el equilibrio entre los países con mayor ventaja como Brasil y Argentina con el país pequeño, en este caso Paraguay", concluyó Judit Vitores, luego de conversar con cada uno de los periodistas sobre las coyunturas que viven sus países en el marco de las tres fronteras.
Claudio Salvador de Puerto Iguazú destacó la importancia del encuentro, propuso darle continuidad y ampliarlo a más comunicadores sociales de la región."Se imaginan ustedes cuánto de bueno podríamos aportar como periodistas al desarrollo de esta postergada región del Yguazú. Si los encuentros se mantuvieran en el tiempo articulando esfuerzos, enriqueciendo posturas, alimentando esperanzas y condenando a quienes destruyen la región y se interponen al desarrollo sano, justo e igualitario de nuestras comunidades. ¡Sería fantástico!", dijo Salvador, lanzando al aire una propuesta que podría generar una plataforma periodística de debates y construcción en la Triple Frontera.

jueves, 4 de junio de 2009

CDE Confidencial (5): La marihuana cruza en lanchas desde los refugios de Itaipú


Un cargamento de contrabando listo para ser cruzado al Brasil, en el muelle clandestino conocido como "Codorso", a orillas del embalse, área de reserva controlada por Itaipú.


La Policía Federal brasileña sorprendió a tres hombres que desembarcaban 2 toneladas de marihuana en Itaipulandia, al otro lado del refugio Tati Yupí. Hubo disparos y un menos herido.


Por Andrés Colmán Gutiérrez,
Wilson Ferreira
y Francisco Espínola

CIUDAD DEL ESTE

La lancha deslizadora, dotada con un poderoso motor fuera de borda, partió el martes 1 de julio, cerca de las 16.00, desde un puerto clandestino en el lado paraguayo, no muy lejos de donde se encuentra el Refugio Biológico Tatí Yupí, uno de los destinos turísticos más promocionados por la Itaipú Binacional en sus áreas protegidas o de reserva.
Con unos potentes anteojos larga vista, investigadores de la Policía Federal siguieron desde la costa brasileña el curso de la embarcación, que iba dejando una potente estela a su paso, mientras navegaba a gran velocidad entre los muñones de árboles que aún asoman en la superficie del gran lago de Itaipú, y lo vieron atracar en otro precario muelle pirata, ya en territorio del vecino país, en un sector desolado, en el lugar conocido como Línea Caramuru, en el distrito de Itaipulandia.
“Hace días que veníamos manteniendo este punto de cruce bajo observación, porque teníamos informaciones de que por allí iban a pasar un gran cargamento de maconha (marihuana) desde el Paraguay”, relató a Última Hora uno de los investigadores brasileños.
Rápidamente, los agentes de la Federal se dirigieron hasta el sitio, a través de un camino de difícil acceso. Cuando llegaron, al cabo de varios minutos, la embarcación ya había partido de nuevo, pero en el lugar se encontraban tres hombres transportando la carga, quienes al percatarse que se aproximaban los policías, empezaron a disparar con una pistola y dos escopetas.

ADOLESCENTE HERIDO. “Mantuvimos un fuerte intercambio de disparos, en donde por suerte no hubo heridos entre nuestras fuerzas, pero uno de los narcotraficantes cayó al suelo, alcanzado por el refilón de una bala en la pierna, y los otros dos aprovecharon para huir. Cuando nos acercamos, encontramos que el herido era un menor de edad, aún adolescente”, relató el agente policial brasileño.
En el suelo, a orillas del Lago, el cargamento quedó abandonado: 10 toneladas de marihuana paraguaya, que fue trasladada hasta la Delegación de la Policía Federal, en Foz de Yguazú. El adolescente herido fue derivado bajo estricta custodia al hospital de Itaipulandia.

TRÁFICO CONSTANTE. Este es el tercer cargamento de marihuana procedente del Paraguay que la policía Federal brasileña decomisa, en apenas un mes de vigilancia.
El pasado 30 de mayo unos 3.100 kilos de la droga, descubierta a bordo de un camión cargado con harina de maíz, cuando ya transitaba por la ruta BR-277, a la salida de Matelandia, con destino a Sao Paulo.
Dos semanas antes, el 12 de mayo, esta vez a bordo de un camión cargado con bolsas de fariña de mandioca, detenido en la localidad de Santa Teresita de Itaipú, se encontraron 4.140 kilos de marihuana.
En todos estos casos, la droga había sido cruzada en lanchas, a través del embalse de la represa de Itaipú, y previamente habían sido embarcadas en los puertos clandestinos ubicados en las áreas protegidas o de reserva de la entidad binacional, en el lado paraguayo.

NO INTERVENIR. “Aquí todos sabemos que la costa del Lago de Itaipú está minada de puertos clandestinos, pero tenemos órdenes estrictas de no acercarnos, de no meternos, de no intervenir, si no es que no queremos tener problemas en nuestro trabajo”, cuenta Luis (nombre cambiado), uno de los guardabosques que cuidan el área del Refugio Biológico Tati Yupí, ubicado a solo 3 kilómetros al norte de Hernandarias, y que abarca una superficie de 2.245 hectáreas.
Sin embargo, la zona más utilizada por los narcotraficantes y contrabandistas es el Refugio Biológico Pikyry, en el distrito de Santa Fe del Paraná, a unos 20 kilómetros aguas arriba de la represa, en donde la Fiscalía de Hernandarias y la Secretaría Nacional Antidrogas realizaron varios procedimientos, y lograron sorprender a varias personas cuando estaban cargando cajas de cigarrillo falsificado, productos químicos ilegales, fotocopiadoras de última generación, perfumes y otras mercaderías, por valor varia veces millonarios, para pasarlas ilegalmente al Brasil, en tres ocasiones, entre enero y abril.

Red de “campanas”. Es muy difícil sorprender a los narcotraficantes y contrabandistas cuando están operando en un puerto clandestino, en las zonas protegidas de la Itaipú Binacional, porque existe una compleja red de “campanas” o informantes que les avisan cuando se pone en marcha un operativo fiscal-policial, revela Marcos, un agente antidrogas que trabaja desde hace tiempo en el Alto Paraná.
“Cuando un fiscal va a hacer un procedimiento, casi siempre tiene que llevar dos o tres camionetas con policías bien armados, pero apenas esa comitiva pasa por la primera garita policial que está en la supercarretera, a la salida de Hernandarias, esos mismo agentes ya les llaman por celular a sus socios narcotraficantes, para que abandonen toda actividad y no sean sorprendidos en los puertos”, explica el agente.
Las ocasiones en que se los puso sorprender, hubo que hacer un estratégico trabajo de internarse en el monte por caminos alternativos, en grupos separados, y vigilar pacientemente hasta verlos operar sin temor a ser descubiertos, “pero ese es un sistema muy peligrosos, porque tenemos que actuar muy pocas personas, con pocos equipos, para no ser detectados, y entonces estamos en desventajas de números y armamentos, porque estos tipos andan todos con ametralladoras uzi”, confiesa Marcos.
El agente revela que los directivos de la Itaipú Binacional conocen la existencia de todos los atracadero ilegales, pero no intervienen porque “los que operan en cada lugar cuentan con un padrino poderoso, ya sea un senador, diputado, ministro, general, comisario, juez, fiscal, incluso las más altas figuras del Gobierno, que reciben su parte semanalmente por permitir que se pueda trabajar sin que nadie les moleste”.

miércoles, 20 de mayo de 2009

CDE CONFIDENCIAL (4): Político, deportista y dueño de puerto clandestino


Marcial Vázquez (der.), político de Vanguardia Colorada y dirigente del club deportivo Boquerón, recientemente detenido por tráfico de drogas, fue individualizado como el principal dueño de un puerto clandestino en el barrio San Rafael de CDE.



Por Andrés Colmán Gutiérrez,
Wilson Ferreira
y Francisco Espínola


Los pobladores del barrio San Rafael de Ciudad del Este no lo podían creer. ¿Qué hacía esa comitiva de fiscales y policías ingresando a la populosa villa, más conocida como Kure Kua, detrás de la misma sede central de Aduanas y Puertos, en medio de las miradas hoscas de los vecinos, en plena noche, dirigiéndose hacia la costa del río Paraná?
Hasta entonces, nunca antes fiscal o policía alguno había intentado siquiera acercarse al lugar donde funcionan aproximadamente 15 puertos clandestinos, protegidos por una compleja red de vigilancia marginal, que custodian numerosos depósitos llenos de mercaderías, conectados a unas ingeniosas rampas de madera que conectan directamente a los precarios muelles sobre la desembocadura del río Acaray en las aguas del Paraná.
En Kure Kua, ya se sabe: ningún extraño debe asomar las narices cuando cae la noche y los embarcaderos ilegales inician una febril actividad de arrojar los grandes paquetes de hule negro, que se deslizan como por un tubo a través de las rampas de madera, para caer directamente a las lanchas deslizadoras atracadas en la cos, todo a una velocidad vertiginosa, porque no hay un segundo que perder cuando desde la costa brasileña han dado la “luz verde”, señal de que los funcionarios de la Policía Federal que acaban de entrar de guardia son “amigos”.
Pero esa noche del 26 de febrero de 2008, a las 21:00 aproximadamente, algo raro había sucedido. “Hicimos una tarea previa de inteligencia, fiscales que se hicieron pasar por pescadores en una lancha, para ubicar el lugar exacto donde operaba el puerto, y que también fueron advertidos de que tenían que abandonar el sitio antes de oscurecer, porque luego ya empezaban los disparos de amedrentamiento”, relata el fiscal general adjunto, Ever Ovelar, quien reconoce que las publicaciones realizadas en esta serie por Última Hora retratan una realidad compleja pero verdadera en la zona Este del país.

IN FRAGANTI. Esa noche del 26, cansados de esperar que los organismos naturales encargados de controlar y combatir el tráfico ilegal, como la Aduana, Puertos o la Marina intervengan y presenten denuncias, el máximo jefe regional del Ministerio Público dispuso la intervención de uno de los puertos ilegales.
El procedimiento estuvo dirigido por los fiscales Eduardo Cazenave y Humberto Javier Rosetti, al frente de un comando del Grupo Especial de Operaciones (GEO) y de efectivos de la Cuarta Zona de la Policía Nacional.
Los detalles del acta labrada en la oportunidad ilustran una escena que parece sacada de la película Miami Vice. El grupo ingresa al marginal barrio Kure Kua a través de estrechos pasillos. “A 1.500 metros de la entrada principal, encontrándose en la calle y sobre la vereda gran cantidad de mercaderías embaladas en bolsas de plástico negro y cinta adhesiva, frente mismo a una casa de material color oscuro, con la puerta del garaje abierta, en cuyo interior se observa asi mismo gran cantidad de mercaderías”, describe el informe.
La comitiva se interna más abajo, por un “pasillo con escaleras, que desciende hasta la ribera del río Paraná, donde se constata la existencia de un precario puerto clandestino de madera, el cual estaría siendo utilizado como puerto clandestino para el paso de mercaderías hacia el lado brasileño”.
En el interior de este segundo y precario depósito, ya sobre el río, los intervinientes encuentran “gran cantidad de mercaderías embaladas en cajas de cartón, envueltas en bolsas de hule de color negro, aseguradas con cinta de embalaje, lo cuales estaban siendo descendidos hasta la orilla del río, para su transporte por vía acuática…”.
En total, se encontraron 355 cajas conteniendo ropas, perfumes, cigarrillos y artículos electrónicos, que siguen depositados en el depósito del Ministerio de Público, a pesar de que el juez Wilfrido Velázquez, de Hernandarias, ha ordenado su devolución, pero la Fiscalía apeló la medida judicial.

RESPONSABLES. La intervención tomó completamente de sorpresa a los 21 hombres que se encontraban en el lugar, “quienes se desempeñaban como estibadores de las mercaderías”, describe el acta fiscal. Dos de ellos eran de nacionalidad brasileña, los demás todos paraguayos y en su mayoría moradores del mismo barrio San Rafael.
El informe judicial identifica como responsable del puerto clandestino a un ciudadano paraguayo de nombre Osvaldo Toledo Benítez, “quien manifiesta que el propietario del lugar es el señor Marcial Vázquez, quien no se encuentra presente”.
Vázquez es mencionado con frecuencia por varias de las fuentes que han trabajado con Última Hora en esta investigación, como uno de los principales “capos” de los embarcaderos ilegales del barrio San Rafael, aunque no es el único.
Marcial Vázquez es conocido como referente político de la Asociación Nacional Republicana, que milita en las filas del movimiento disidente Vanguardia Colorada, liderado por Luis Castiglioni y el ex intendente de Ciudad del Este, Javier Zacarías Irún. También es un conocido dirigente deportivo del Club Boquerón de la Liga Paranaense de Fútbol, con sede en la Villa 23 de Octubre. En momentos de escribirse esta nota, los autores intentaron entrevistar a Marcial Vázquez, pero el mismo no pudo ser encontrado.

martes, 19 de mayo de 2009

El rey del crimen fronterizo no tiene quien le lleve flores a su tumba




Valdecir Pinheiro, el hombre más temido y poderoso de la Triple Frontera, acabó enterrado en una fosa común, sin lápida ni cruz, abandonado por sus seguidores. Su propia madre se negó a retirar el cadáver. ¿El crimen no paga?.


Por Andrés Colmán Gutiérrez

Un irregular rectángulo de tierra roja removida y húmeda, escondido entre dos panteones, en los fondos del cementerio municipal Don Bosco, del km 7 de Ciudad del Este, es todo lo que queda de Valdecir Pinheiro dos Santos, considerado el delincuente más temido y poderoso de la Triple Frontera. "Nadie vino en todos estos días a visitarlo, ningún pariente, ningún amigo, ninguna novia. Nadie le puso una cruz o una lápida, nadie le trajo ni una sola flor", comenta Venancio Cáceres, único sepulturero del camposanto, quien lleva 15 años ejerciendo este singular oficio.
Al propio Venancio le tocó cavar la fosa. El martes 25 de marzo de 2008, a la mañana, un funcionario de la Fiscalía llamó a la Administración del cementerio y pidió que se busque un lugar vacío en donde enterrar un cadáver. El sepulturero no sabía de quién se trataba. Eligió uno de los pocos espacios libres que quedaban "en el Bajo" y con su vieja pala excavó el pozo, de dos metros de largo por uno de ancho, con un metro de profundidad.
A las 13.30 de ese día, bajo el intenso calor de la siesta, el cadáver llegó dentro de un ataúd ordinario de madera terciada, escoltado por funcionarios fiscales, periodistas y un comando de policías armados.
"Recién cuando pude ver que el cajón llegaba en medio de policías y prensa, me enteré de que era el cuerpo de Valdecir. Me asusté un poco. Unos días antes, dos policías vinieron a amenazarme en el cementerio, porque creían que yo ya lo había enterrado a escondidas, pero yo no sabía nada", admite el sepulturero, aún temeroso.

FINAL SANGRIENTO. Luego de varios años de ser el más buscado por la Justicia, Valdecir Pinheiro dos Santos fue abatido a balazos el 23 de enero de 2008 en el populoso barrio Pablo Rojas de Ciudad del Este, junto a otros cuatro miembros de su banda, en un cinematográfico enfrentamiento con la Policía, que resultó transmitido en vivo por los medios de comunicación.
"Se acabó el reinado del enemigo público número uno", decretó ante las cámaras el ex ministro del Interior, Rogelio Benítez. Valdecir era considerado el cerebro de más de diez sonados casos de secuestros extorsivos desde el 2003 (entre ellos los del tabacalero César Cabral, el empresario libanés Mohamad Barakat y el líder de la secta Moon, Hirokazu Ota), numerosos asaltos y varios asesinatos.
Desde entonces, su cadáver permaneció durante dos meses en la morgue de la funeraria Alto Paraná, a la espera de que sea reclamado por familiares o amigos, pero casi nadie vino. Una sola mujer se presentó un día, según cuenta un empleado, alegando ser "la novia de Valdecir", y aceptó hacerse cargo de los gastos del sepelio, evaluados en 1.500.000 guaraníes. Pero cuando le insinuaron que la Fiscalía iba a hacerle algunas preguntas, se despidió presurosa, prometiendo retornar al día siguiente. Nunca más volvió.
Una fuente de la Policía del Alto Paraná revela que la Federal brasileña tomó contacto con Eva Pinheiro dos Santos Silva, madre de Valdecir, pero la respuesta de ella fue tajante: "No tengo dinero, véanse ustedes con el cadáver para el entierro".

ABANDONO. Dos meses después, al percibir que nadie iba a hacerse cargo de los restos del rey del crimen fronterizo, el juez Adolfo Genes ordenó que sea enterrado en una fosa común para indigentes, en el cementerio local.
El "operativo sepelio" se cumplió con cuidadoso sigilo y despliegue de seguridad, ante el temor de que los "soldados" de Valdecir aparezcan a los disparos e intenten rescatar el cuerpo, pero nadie apareció.
Allí está ahora, Valdecir Pinheiro. Luego de haber manejado millones de dólares acumulados a base de pólvora y sangre. Luego de disponer de la vida y de la muerte de numerosos seres humanos. Luego de sentirse temido o idolatrado por sus presuntos fieles "soldados", que juraron dar la vida por él, y que lo abandonaron apenas se apagó su estrella criminal.
Allí está ahora el enemigo público número uno, el rey del crimen fronterizo. Como reza el pasquín que abre la novela "Yo el Supremo" de Augusto Roa Bastos: "Enterrado en potreros de extramuros, sin cruz ni marca que memore su nombre". ¿Será verdad que "el crimen no paga"?

UNA LARGA CARRERA CRIMINAL.

Nacido en Capeliña, pequeña ciudad del interior del estado brasileño de Minas Gerais, Valdecir José Pinheiro dos Santos "salió del anonimato para transformarse en uno de los bandidos más peligrosos de Sudamérica, refugiado en la Triple Frontera", revela un perfil publicado por el diario digital SopaBrasiguaia.com, de Foz do Iguazú.
En Brasil, donde inició su carrera delictiva, era buscado por la formación de bandas criminales y portación ilegal de armas, con dos órdenes de captura de la Justicia Federal, emitidas en setiembre y diciembre de 2002.
En el Paraguay, donde se refugió desde el 2003, comandó una banda especializada inicialmente en cometer asaltos juntos en la ruta 7."Bautizados como piratas del asfalto, los marginales fueron evolucionando en sus actividades corsarias hasta dar inicio a una serie de grandes robos y secuestros, cometidos en los departamentos de Alto Paraná y Caaguazú", revela el perfil.
"Considerado intocable en el submundo del crimen organizado, gracias a las generosas propinas pagadas por los miembros de su banda a las autoridades policiales, Valdecir poseía un ejército en pronta espera, dentro y fuera de la Penitenciaría Regional de Ciudad del Este", agrega.
Según SopaBrasiguaia.com, una prueba de esto fue "la rebelión, seguida de un intento de fuga, comandada por reclusos brasileños y paraguayos ligados a la banda, y posiblemente al Primer Comando Capital (PCC), ocurrido después del anuncio de su muerte".