sábado, 30 de abril de 2011

La foto de la muerte

El periodista Santiago Leguizamón tenía en su poder una fotografía que comprometía al entonces presidente Andrés Rodríguez con personas denunciadas por vínculos con el narcotráfico, entre ellos el acusado de su asesinato, Fahd Yamil, y Pablo Escobar Gaviria, revela un artículo que circuló en la noche de este miércoles.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

Santiago Leguizamón tenía en su poder "una fotografía comprometedora" en la que aparecían juntos el entonces jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, junto al empresario fronterizo Fahd Yamil y el entonces presidente paraguayo, Andrés Rodríguez Pedotti, según revela el consultor en comunicación Vicente Brunetti, sugiriendo que esta sería la principal razón por la que asesinaron al periodista hace 20 años.
En un artículo divulgado a través de las redes sociales de internet, Brunetti cuenta que Leguizamón -quien fue su compañero de estudios en la Carrera de Comunicación en la Universidad Católica, en los años 70-, lo visitó en su casa en Lambaré, en noviembre de 1990 (cinco meses antes de caer acribillado por las balas de los sicarios, en la frontera de Pedro Juan Caballero) y le mostró la fotografía.
"Mirá, vos que siempre andás escudriñando 'cabos sueltos'..., acá tenés un 'General' para tu banco de datos...", le dijo Santiago a Brunetti.
"Me pasó una foto en la que aparecían cuatro personas. A una de ellas no reconocí", recuerda el comunicador.
"En la foto aparecían, juntos y sonrientes, el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria; Fahd Yamil, Andrés Rodríguez Pedotti, presidente de la República y una persona desconocida para mí, por lo que le pregunté de quién se trataba. 'Ah..., es de la DEA', me dijo", relata.
"La visita que Santiago me había hecho a fines de noviembre de 1990, fue para pedirme que quite y oculte fuera del país la foto que me mostró y otros materiales que no alcanzó a precisar, sabiendo que al mes siguiente debía viajar a Europa", destaca Brunetti.
"Santiago prometió volver con la foto y los documentos que mencionó. Pero las cosas se complicaron y no lo pudo hacer, por lo que nunca más volví a ver la foto (salvo en un relato descriptivo que hizo un periodista argentino, pero que no menciona al agente de la DEA) ni tomé conocimiento de los demás materiales", precisa el comunicador.
"Una vez de vuelta al país, Santiago me llamó por teléfono en la segunda semana de abril de 1991, pidiendo que nos encontráramos 'para entregarme aquello'. Pero, de nuevo se complicaron las cosas y el encuentro ya no pudo realizarse", recuerda.
Leguizamón fue asesinado por sicarios de la mafia el 26 de abril de 1991, Día del Periodista Paraguayo, en plena avenida internacional entre las ciudades de Pedro Juan Caballero (Paraguay) y Ponta Porá (Brasil). La Justicia paraguaya no fue capaz de esclarecer el crimen, que continúa en la total impunidad, sin un solo detenido por el caso.

CONFIRMACIÓN. La esposa de Santiago Leguizamón, Ana María Morra, ya había hablado del caso de la presunta fotografía de Rodríguez, Yamil y Escobar Gaviria al periodista argentino Jorge Elías, del diario La Nación de Buenos Aires, quien la entrevistó para un informe elaborado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en el 2006.
En el artículo "¿Quién me ha robado el mes de abril?" sobre el caso Leguizamón, publicado en el sitio web Impunidad.com de la SIP, Elías relata: "La mujer de Leguizamón, Ana María Morra, radicada con sus hijos en Asunción por aversión a la inseguridad en Pedro Juan Caballero, sabía que su marido tenía una foto comprometedora. Tan comprometedora que la Embajada de los Estados Unidos estaba interesada en obtenerla".
"Posaba en ella, al parecer, el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, con Yamil y Rodríguez, presidente de la República hasta 1993".
Nada se habló de la foto durante el proceso judicial, signado por la lentitud, las irregularidades y la ineficacia", recuerda el relator de la SIP.
"Santiago iba a revelarla a la vuelta de un viaje a Europa, al igual que unos documentos también comprometedores -me dijo Morra, en un bar de Asunción, cinco meses después de que se cumplieran 15 años del asesinato a sangre fría, impune como el primer día-. Cuando llegué a Pedro Juan, tras su muerte, no encontré la foto ni los documentos. La casa no era un lugar seguro", sigue relatando Elías.
El informe de la SIP revela también que "uno de los hijos de Fahd Yamil era ahijado del presidente Rodríguez, militar que, tras el Golpe de la Candelaria, encabezado por su par Lino Oviedo en 1989, había sucedido a otro militar, Alfredo Stroessner, dictador vitalicio desde 1954".
"El presidente Rodríguez, censurado por el gobierno de los Estados Unidos por supuestos vínculos con el tráfico de drogas y por las sospechas que provocaba el origen de una inmensa fortuna que incluía casas de cambio de moneda extranjera e importantes propiedades, murió en 1997 en Nueva York como consecuencia de un cáncer de colon. "No descansaremos hasta atrapar a los asesinos", había dicho después del crimen. Ni él ni sus sucesores, Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas Grau, Luis González Macchi y Nicanor Duarte Frutos, demostraron interés en resolver el primer homicidio de un periodista en la historia contemporánea de Paraguay", agrega Jorge Elías.

sábado, 12 de marzo de 2011

Los indígenas sojeros de Puerto Barra



Por Wilson Ferreira y Andrés Colmán Gutiérrez
PUERTO BARRA, ALTO PARANÁ

Con un cántico ritual en su idioma originario, que agradece a la naturaleza por haberles otorgado una excelente cosecha, los pobladores de la comunidad indígena Aché de Puerto Barra Tapyi, a 130 kilómetros al Sur de Ciudad del Este, dieron inicio a la recolección de las 100 hectáreas de soja mecanizada, con un alto rendimiento de entre 3.500 a 4.200 kilos por hectáreas.
Dos potentes cosechadoras, alquiladas a productores sojeros brasileños, iniciaron los trabajos, mientras los indígenas acompañaban la tarea con un tractor y una sembradora ya perteneciente a la comunidad, sembrando en seguida semillas de maíz de entretiempo, tipo “zafriña”, para recomponer la fertilidad del suelo y producir la rotación de cultivos.
“Si todo sigue muy bien, en poco tiempo ya vamos a disponer de los fondos necesarios para comprar nuestras propias cosechadoras”, anuncia Ángel Tatugui, cacique primero de la comunidad.
Desde el costado del camino, los miembros de la comunidad observaban atentamente la labor de cosecha. Muchos de ellos, principalmente los niños, adolescentes y mujeres, llevaban el rostro adornado con pinturas rituales, como signo de celebración. Varios invitados compartieron la ceremonia, entre ellos los intendentes municipales de Naranjal y Santa Rosa, y el presidente de la Unión de Gremios del Paraguay (UGP), Héctor Cristaldo.

MODELO DE AUTOGESTIÓN. La comunidad Aché de Puerto Barra Tapyi está asentada en una propiedad de 821 hectáreas, de las cuales 240 están mecanizadas y explotadas para la agricultura. Tienen 100 hectáreas de cultivos de soja, 100 hectáreas de maíz y las restante 40 se componen de rubros para autoconsumo.
Se dedican a la agricultura desde 1983, desde entonces han evolucionado en el aprendizaje y uso de herramientas de trabajo. Hoy cuentan con tres tractores, y una plantadora para siembra directa. Mantienen sus reservas de bosques y ríos, donde enseñan a los niños las técnicas ancestrales de caza y pesca, con el uso de implementos tradicionales como el arco y la fecha, heredado de sus antepasados silvícolas. Igualmente desarrollan un plan educativo que revaloriza su idioma originario, sus cánticos y danzas, pero se abre a nuevos aportes culturales como el uso de computadoras y elementos de tecnología de punta.
Los Aché también se dedican a la cría de unas 40 cabezas de ganado vacuno, con producción de leche, queso y yogurt, para consumo y venta; cría de 60 cabezas de ganado porcino, y están incursionando en la piscicultura, con dos piletas para cultivo de tilapia.
Por su exitoso modelo de autogestión, fueron premiados entre los Personajes Destacados del 2010 por los periodistas del diario Última Hora.
Uno de los muchos elementos pintorescos observados ayer, fue ver al docente indígena Timoteo Torigui, filmando la cosecha de soja con la cámara de su teléfono celular 3G. Explicó que utiliza las filmaciones audiovisuales en sus clases didácticas.

PROSPERIDAD. Gracias a la exitosa producción agropecuaria, la comunidad Aché “no le debe nada a nadie”, sostiene el cacique Angel Tatugui.
“Todo lo que hoy tenemos es gracias al trabajo y al esfuerzo de las 38 familias Aché que habitamos en Puerto Barra. No perdemos nuestra tradición, al contrario la mantenemos, y ese mismo esfuerzo guerrero que hacían nuestros ancestros para vivir en el bosque, hoy lo hacemos nosotros para vivir de la agricultura”, destaca.
El dirigente indígena señala que los ingresos por la venta de la cosecha de soja se re-distribuye equitativamente entre todos los miembros de la comunidad. “Gran parte de los fondos se destinan a mejorar los servicios comunitarios, y sobre todo se ayuda a las familias que más necesitan. Incluso tenemos que costear gran parte de la salud, porque en esta zona no hay casi servicios del Estado, si alguien se enferma grave no nos queda más que ir a Ciudad del Este, con todo el costo que significa”, señala Tatugui.

lunes, 7 de febrero de 2011

Un museo en medio de la selva rescata el legado de Bertoni


Finalmente se hará justicia con el gran sabio que desentrañó los secretos de la naturaleza paraguaya. El nuevo Museo Moisés Bertoni se prepara a abrir sus puertas en su antigua casa en la selva, a orillas del río Paraná.


Por Andrés Colmán Gutiérrez
PUERTO BERTONI

En medio de la soledad de la selva, a 36 kilómetros al Sur de Ciudad del Este, con música de fondo formada por el canto de las aves y el rumor de las aguas del Paraná, el museólogo Luis Lataza y sus asistentes trabajan febrilmente reconstruyendo una leyenda.
Sentado en una maciza silla de madera, junto a un antiguo escritorio, rodeado de rodillos de imprenta, papeles manuscritos amarillentos, discos de acetato para gramófono, periódicos anarquistas fechados en 1882, probetas de laboratorio… un hombre anciano de espesa barba y traje gris observa a través de la ventana el paisaje del remanso del río en medio del follaje.
La presunta figura humana es apenas un maniquí de material sintético aún inacabado, pero recrea con mucha fidelidad al sabio suizo Moisés Santiago Bertoni, tal y como se habrá sentido en su estudio reconstruido con los mismos muebles originales, en la segunda planta de la pintoresca casa de madera que erigió en 1895, en este paraje inhóspito de los montes del Alto Paraná, cuando decidió que este iba a ser su lugar en el mundo: la colonia Guillermo Tell, hoy conocida como Puerto Bertoni.
Ciento dieciséis años después, la antigua residencia de los Bertoni, que a la vez fue imprenta, laboratorio, biblioteca y observatorio, emerge de largos años de soledad y olvido para convertirse en uno de los Museos más modernos y de mayor importancia científica en el Paraguay.
Junto al territorio que le rodea, un verdadero jardín del edén de 199 hectáreas, declarado Monumento Natural y área protegida, apuntan a convertirse en uno de los destinos turísticos más atractivos para la región, que empezará a recibir visitantes de todas partes del mundo desde junio próximo.

ANTIGUO SUEÑO. “El Museo Moisés Bertoni es un antiguo sueño que finalmente se concreta”, admite con inocultable satisfacción la ministra de Turismo, Liz Cramer, mientras inspecciona los notables avances que se han logrado en los últimos meses para rescatar el legado del gran hombre de ciencia.
En las diez salas del Museo se exponen objetos personales, manuscritos, cartas, parte de la biblioteca original de 7.000 volúmenes, y una reconstrucción del laboratorio y de la gráfica “Ex-silvis” (desde la selva), la primera imprenta científica en Paraguay, donde el mismo Bertoni editaba con ayuda de sus hijos sus numerosos libros.
“En la planta baja se halla concentrado el legado científico de Bertoni, mientras en la planta alta se accede a su historia de vida” explica Luis Lataza, historiador de Arte y máster en Museología, quien también tuvo a su cargo tareas de refacciones en la Casa de la Independencia y otros museos del país.
“Hemos reconstruido en su mayor parte este sitio, tal y como fue en esos años en que el sabio Bertoni realizó las más importantes investigaciones y descubrimientos científicos. Están muchos de sus trabajos originales, incluyendo libros que él escribió y editó personalmente con su imprenta Ex-silvis (desde la selva)”, relata Lataza.
El rescate del legado de Bertoni se realizó con rubros del Fondo Estructural de Convergencia del Mercosur (Focem), en una tarea conjunta de la Secretaria del Medio Ambiente (Seam) que administra el área protegida, la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), encargada del Patrimonio Cultural, y la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur).
Dentro del parque habita una comunidad indígena Mby’a Guaraní, descendientes de los mismo indígenas que colaboraron con el sabio Bertoni en sus investigaciones, y que diariamente ofrecen sus danzas típicas a los turistas que llegan en barcos desde Brasil y Argentina por el río para visitar el lugar, aunque aún no puedan acceder al museo.
“Aún estamos estudiando entre las instituciones cual será el modelo de gestión más conveniente, pero no hay dudas de que la recuperación de Puerto Bertoni será el destino internacional más requerido, que dinamizará al turismo en la región, además de su gran aporte educativo y científico”, destaca la ministra Liz Cramer.

SUEÑOS DESDE LA SELVA. La maqueta muestra una aldea utópica: casas y chacras ubicadas en círculos, en terrenos comunitarios y espacios compartidos.
Es la representación gráfica del sueño de una sociedad igualitaria que dibujó el sabio suizo Moisés S. Bertoni y que hoy se rescata entre las muchas piezas que se exhiben en el nuevo Museo en que se transformó su antigua residencia, en las selvas del Alto Paraná.
Nacido en Lottigna, Suiza, el 15 de junio de 1857, Mosè Giacomo Bertoni, luego más conocido como Moisés Santiago Bertoni, fue uno de los científicos inmigrantes más extraordinarios que hayan llegado al Paraguay.
Tras concluir sus estudios de derecho y ciencias naturales en Ginebra, y casarse en 1876 con Eugenia Rosetti, se apasiona por las ideas anarquistas de la época y embarca con su familia hacia Sudamérica en 1884, buscando un lugar en donde poner en práctica sus ideales de una sociedad basada en la agricultura y la investigación científica.
Tras años de primeros experimentos en Argentina, en la provincia de Misiones, Bertoni viaja al Paraguay y descubre el lugar del que se enamora perdidamente: un vergel de selva a orillas del río Paraná, a 36 kilómetros al Sur de lo que es hoy Ciudad del Este.
Llamada primeramente Colonia Guillermo Tell, luego Puerto Bertoni, la propiedad inicialmente de 12.500 hectáreas se convirtió en el centro de una descomunal labor investigadora y científica que desentrañó muchos de los misterios de la cultura guaraní y la naturaleza en el Paraguay.
Allí, acompañado de su esposa y sus muchos hijos, investigó y trabajó exhaustivamente en diversos campos: ciencia físico naturales, antropología, ensayo lingüístico e ideológico, observaciones filosóficas y comentarios históricos, en su mayor parte desde la aislada residencia en Puerto Bertoni, donde tenía montados su laboratorio y su propia imprenta, “en el seno de la naturaleza, que es mi religión y mi vida”, según describió.
En 1896 fundó la Escuela Nacional de Agricultura y en 1914 ocupó la Dirección de Agricultura (actualmente sería el Ministerio. Es recordado principalmente por haber descubierto la Stevia (Ka’a He’e) y por confeccionar el famoso ‘Calendario Bertoni’ que predecía las lluvias y sus efectos en la agricultura con mucha precisión. Falleció el 19 de setiembre de 1929, a la edad de 72 años, en Foz de Yguazú, Brasil, víctima del paludismo.