viernes, 26 de marzo de 2010

Una heroina en el ojo de la tormenta


Ni lo cimientos quedaron. Beatriz de Duarte, con su nieta Yenny, muestra los escombros de la casa desde donde María Luisa fue arrastrada por el raudal.


María Luisa Duarte se lanzó a las aguas desbordadas del arroyo Saltito, en Ciudad del Este, y rescató heroicamente a su hija y a su sobrino, pero ya no pudo salir. Sigue sin ser encontrada.


Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

“El agua llegó de golpe y haciendo mucho ruido, parecía luego el fin del mundo”, recuerda Beatriz de Duarte entre sollozos, todavía impactada por la tragedia, mostrando los escombros de la vivienda de su hijo Manuel, totalmente destruida por la tormenta del martes último, en el barrio Remansito de Ciudad del Este, donde su hija María Luisa fue arrastrada por el raudal y sigue sin ser hallada.
Esa mañana Manuel salió temprano a trabajar y dejó a su pequeño hijo Marcos a cargo de su hermana María Luisa, en la humilde vivienda de madera y ladrillos, a orillas del arroyo, en un estrecho valle ubicado entre dos colinas, en la zona costera del río Paraná. El niño estaba jugando con su primita Yenny, la hijita de María Luisa, mientras la mujer ayudaba en la tareas domésticas en casa de su madre, Beatriz, a muy poca distancia, un poco más arriba del valle.
“La tormenta no nos dio tiempo para hacer casi nada. Se largó a llover muy fuerte, y escuchamos que el raudal venía con gran potencia y el agua del arroyo empezó a crecer muy rápido. Mi hija salió bajo la tormenta para buscar a los niños, pero cuando llegó allí la casa ya estaba toda inundada”, relata Beatriz, en guaraní.
Ella vio cuando su hija se lanzaba al arroyo desbordado y peleaba contra la correntada para entrar dentro de la casa y sacar a los dos niños en brazos, avanzar resbalándose en el agua hasta la cintura, hasta llegar a la costa, donde les pasó a los dos chicos para que se pongan a salvo.
“Cuando ella quiso salir, ya no pudo. El agua le llevó con mucha fuerza. Yo la vi irse sin poder hacer nada, pidiendo auxilio mientras sacaba la cabeza y los brazos, gritándome: ‘¡Socorro mamá… pe che ajudamina! (ayúdenme, por favor)’. Corrimos por la costa hasta donde podíamos, pero ella ya no volvió a salir. ¡Fue muy terrible…”, recuerda Beatriz, destrozada por el dolor.

DESAPARECIDA. María Luisa Duarte tenía 28 años de edad y deja a dos hijos pequeños. Ella vivía separada del padre de sus niños, y ayudaba a su madre y a sus hermanos en diversas tareas de sobrevivencia. “Acá somos muy pobres pero trabajadores, y nos ayudamos entre todos para sobrevivir”, dice Beatriz, quien es viuda y crió sola a sus diez hijos.
Debido a la pobreza, no tuvieron más alternativa que construir sus viviendas en una zona baja, junto al arroyo, pero que se convierte en un territorio de alto peligro cada vez que llueve. “Mi hijo Manuel perdió toda su casa y todas sus pertenencias, se quedó solo con la ropa puesta. El agua le quitó todo, no dejó ni los cimientos de la vivienda. Y yo le perdí a mi hija, que fue una heroína, que dio la vida por salvar a su hija y su sobrino”, dice la sufrida mujer.
Más de un centenar de pobladores viven a orillas del arroyo, todos a merced de los raudales. “A mí ya no me sirve que me traigan chapas y víveres, la mejor ayuda es que me consigan un terreno más alto donde mudarme. Pero ahora lo que más quiero es que encuentren el cuerpo de mi hija y me la devuelvan, para darle una despedida cristiana, como se merece”, pide Beatriz.
Efectivos de la Marina, de la Policía y del Cuerpo de Bomberos realizan búsquedas del cuerpo de la mujer, pero hasta ayer no hubo resultados. Los rescatistas temen que haya sido arrastrada hasta el caudal del río Paraná, donde será mucho más difícil hallarla. Mientras, en el barrio Remansito, dos niños pequeños siguen preguntando: “¿Dónde está mamá…?”.

1 comentario:

semprelibri dijo...

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