lunes, 19 de abril de 2010

Relato de una víctima de la red de trata Paraguay-España


Estela Santander (de espaldas), relata el calvario sufrido.

Tras padecer un largo calvario, Estela Santander relata cómo la llevaron engañada desde Ciudad del Este a España, para someterla a una red de prostitución. Pese a las denuncias, la mafia de la trata de mujeres sigue operando con total impunidad.

Por Sofía Masi
y Andrés Colmán Gutiérrez

CIUDAD DEL ESTE

¿Cómo se puede regresar desde los abismos del dolor más terrible, y sentir que una está viva para poder contar lo que ha sufrido, más allá de la rabia, la vergüenza, la impunidad, la impotencia, los prejuicios de la gente? Estela Santander confiesa que aún le cuesta creer todo lo que le pasó, desde que le ofrecieron viajar a España para trabajar en el servicio doméstico, pero acabó encerrada en varios burdeles de la ciudad de Alicante, obligada a someterse a la prostitución.
“A veces siento como si lo que me sucedió le hubiera pasado a otra persona. Con ayuda sicológica estoy tratando de volver a armar mi vida, pero sé que ya nunca seré la misma”, admite tras la larga entrevista mantenida con periodistas de Última Hora y Telefuturo, en la que fue relatando minuciosamente el largo calvario que padeció, como víctima de un presunto caso de trata de personas con fines de explotación sexual, que está siendo investigado tanto por las autoridades españolas como por la Fiscalía de Ciudad del Este.
Hace ya varios meses que Estela pudo escapar de su cautiverio y regresar al Paraguay en junio de 2009, pero recién ahora se anima a romper el silencio y a hablar con miembros la prensa. No tiene reparos en que se mencione su nombre, pero no quiere fotografías que la identifiquen. Su testimonio aporta reveladores datos de cómo la red de trata y prostitución sigue operando impunemente a pesar de las denuncias, y lo publicaremos en dos entregas.

EN BUSCA DE TRABAJO. Obligada por las deudas que su familia había contraído ante la enfermedad de su madre, en noviembre de 2008, Estela Maris Santander Yrala, entonces con 40 años de edad, aceptó ir a trabajar a España, dejando un hijo de 10 años en Ciudad del Este.
Según su relato, fue convencida por su ex cuñada, Marta del Socorro Ortíz López, quien le dijo que trabajaría en una casa como empleada doméstica. “Marta fue pareja de mi hermano y está en España desde el año 2006, donde es concubina de un español, Joaquín Morsillo. En diciembre del 2007, ella ya había gestionado que mi hermana menor vaya a trabajar, quien luego regresó”, cuenta Estela.
Entonces Estela no sabía que su hermana menor también había sido víctima de la misma red, de la que finalmente pudo escapar, ya que a su vuelta ella no dijo nada, por miedo o por vergüenza. Recién en España lo supo.
Durante un viaje de Marta del Socorro a Paraguay, esta le propuso ir a España, donde le conseguiría un buen trabajo. “Me dijo que, si no tenía dinero, yo podía contactar con un abogado llamado Crispín Villalba, en Ciudad del Este, quien me ayudaría con las gestiones y el dinero para el pasaje”, refiere.
Así lo hizo. El 22 de noviembre de 2008, según la denunciante, el abogado Crispín Villalba fue a buscar a Estela a su casa, en el barrio Don Bosco de Ciudad del Este, y la llevó a realizar gestiones, para luego trasladarla hasta Península, localidad al sur de Presidente Franco, donde supuestamente una persona debía darles el dinero para el viaje. “A la noche me llevó a una casa donde íbamos a pernoctar. Allí me forzó a tener relaciones sexuales con él, aprovechándose de mi necesidad, diciéndome que solo así me iba a ayudar a viajar”, relata la mujer.

LA DEUDA. El 24 de noviembre de 2008, según Estela, el abogado Crispín Villalba la llevó a la agencia Master, Viajes y Turismo, en el shopping Mirage, microcentro comercial de CDE, donde Crispín abonó 2.100 dólares por el pasaje, como un préstamo que luego había que devolver.
Cuenta que allí le hicieron firmar un pagaré por 24 millones de guaraníes, como garantía en caso de que no devolviera el préstamo en tres meses. “Allí Crispín me dio además 125 dólares de viático, y le dijo al dueño de la agencia, Ramón Jara, de que si necesitaba más dinero para entrar a España, el me entregue sin problemas”, refiere.
Alega que todos los trámites eran monitoreados por su ex cuñada, Marta del Socorro, desde España, quien esa misma tarde le llamó para confirmar la fecha del viaje. También habló por teléfono con el español, Joaquín Morsillo, pareja de Marta, quien le dio un número de celular para contactar con él al llegar a Italia, y poder organizar su entrada a España.

VIAJE AL INFIERNO. El 24 de de noviembre de 2008, temprano, Estela Santander se presentó a la agencia Master, Viajes y Turismo, para recoger su pasaje y ser llevada hasta el Aeropuerto de Foz de Yguazu, Brasil, y encontró que había 43 personas que viajarían con ella en la misma “excursión”.
El pasaje, en el vuelo JJ3558 de TAM era con destino a Roma, Italia (con escala en Milán), y todos debían decir que eran “turistas en visita a El Vaticano”. Lo que la mujer no sabía es que, en lugar de la Ciudad Santa, la estaban llevando en un viaje al infierno.
Al llegar a Roma, fueron hospedados en un Hotel llamado Palacavicci. De allí Estela llamó por teléfono al español Joaquín Morsillo, a quien avisó que iban a llegar a Barcelona, España, todos los “turistas paraguayos” que partieron de Ciudad del Este, en un autobús de turismo especialmente rentado por la agencia turística.
“Viajamos más de 20 horas y no tuvimos inconvenientes en la frontera. Yo llegué a Barcelona y de allí fui en tren hasta Alicante, donde me tenían que esperar Marta y Joaquín. Solo me quedaban 3 euros en el bolsillo. En la Estación de trenes solo apareció el español para buscarme y me llevó en su auto directamente a un club nocturno, que en realidad era un prostíbulo llamado El Castillo, en un lugar conocido como El Rebolledo. Me encontré con la gran sorpresa: Joaquín me dijo que el trabajo que tenía que hacer era vender mi cuerpo, igual que la mayoría de las chicas, en su mayoría rumanas, que estaban en el lugar. Allí sentí que la tierra se abría bajo mis pies”, relata Estela.
“En el camino me fue explicando que no había forma de conseguir otro trabajo y tenía que quedarme en ese club, que iba a ser solo por unos días hasta conseguir algo mejor. Me entregó una bolsa con ropa interior, zapatos, preservativos, crema de lavado vaginal, etc. Me dijo que entre y pregunte por Miguel, que ya estaba todo arreglado. Yo no sabía qué decir, no sabía qué hacer, y le obedecí”, recuerda.

PROPUESTAS DE SEXO. Dentro del club, Miguel, el gerente, la recibió y le preguntó si quería empezar a trabajar esa misma noche. “Se me ocurrió decirle que estaba muy cansada del largo viaje, y si por favor me podía dejar descansar primero. Me llevó a una habitación, donde estaba una chica brasileña. Esa noche, ella me contó cómo era el negocio, que teníamos que estar en el Club desde las 5 de la tarde para atender a los clientes, y que si estos querían sexo les teníamos que llevar a la habitación”, refiere.
Al día siguiente, el gerente le dijo a Estela que ya estaba adeudando 65 euros por el alquiler de la habitación, y que debía empezar a trabajar para poder pagarlo. “Desde esa tarde comencé a atender en el club con las otras chicas, la mayoría eran de nacionalidad rumana, casi todas rubias. No había muchos clientes en esa época, y me salvé de tener que trabajar”, alega.
Al cabo de una semana, su ex cuñada Marta del Socorro la llamó por teléfono, y ella le pidió ayuda para que la saque del lugar. “Me dijo que tenga paciencia, que busque trabajar con buenos clientes para juntar dinero y poder pagar la deuda, porque de otra manera no iba a poder salir de ese sitio”, cuenta.

AMENAZAS. Estela no quiere recordar muchos detalles de lo que era la vida cotidiana en el prostíbulo español. Por momentos da la impresión de que los recuerdos la hieren, pero en otro instante necesita expiarlos. “Nos daban un vale para tomar una copa gratis al empezar, que según las chicas tenía droga. Yo nunca tomé. Allí adentro corría bastante la droga y muchas chicas eran viciadas”, cuenta.
A los 15 días la volvió a llamar Marta y le propuso llevarla a otro club llamado Granada. Dice que vinieron a buscarla con Joaquín, y durante el trayecto ella les pidió que ya no la dejaran trabajar en el local, que quería buscar otro empleo más digno. “Allí el español me amenazó diciéndome que había una mafia detrás de todo eso, y que si yo no trabajaba para pagar la deuda, me iban a liquidar”, narra.
Finalmente la llevaron a otro club llamado Pippo’s, del cual conserva la tarjeta y los vales, ubicado en Carretera Nacional 340, kilómetro 694, de Alicante. Cuenta que allí trabajaba todo el día, y cada cliente debía pagar 50 euros por un promedio de media hora de compañía en la habitación.
“En esa época no había muchos clientes, y no podía juntar el dinero necesario para pagar la deuda que Marta y Joaquín pasaban todas las semanas a cobrar. Entonces Joaquín me propuso vender cocaína dentro del local, pero yo rechacé, me dio mucho miedo”, relata.

AYUDA PARA ESCAPAR. Estela Santander agradece que, en medio de todo el infierno en que fue su vida, ella logró encontrar a personas generosas que la ayudaron a salir del club nocturno donde era explotada.
“Por suerte pude encontrar a unos clientes que se compadecieron de mí situación y me ayudaron con dinero para pagar toda la deuda que tenía en el local, y así poder salir. El 20 de febrero de 2009 pude pagar todo y salir del club, estos buenos amigos españoles me llevaron a un departamento, en Orihuela (Alicante) junto a una señora, donde me pude quedar”, recuerda.
Durante algunos meses, ella trabajó como empleada doméstica con la mujer que la recibió en su casa, mientras Marta del Socorro y su concubino la buscaban afanosamente.
“El 23 de abril de 2009, mientras yo estaban escondida de la pareja en España, el abogado Crispín Villalba se fue hasta la casa de mi mamá en Ciudad del Este, y amenazó que si yo no aparecía a pagar la deuda del pagaré, iba a hacer desaparecer a uno de mis hermanos”, relata.
Finalmente, con el apoyo de organizaciones internacionales que apoyan a víctimas de trata, ella pudo retornar al Paraguay y desde entonces intenta rehacer su vida, pero la sobra de todo lo que sucedió la acecha como una maldición siniestra.
“Hice una denuncia en España y otra en Paraguay, pero sinceramente confío más en la Justicia española que en la de mi país. Aquí la investigación no avanza, la fiscalía nunca tomó en serio mi caso, y las personas que me llevaron siguen trabajando tranquilamente, llevando más mujeres como yo bajo engaño. Lo más terrible es que mi propia hermana menor fue víctima antes que yo, ella pudo escapar y volver, pero nunca dijo nada por vergüenza. En España supe que ella estuvo en la misma habitación del prostíbulo donde estuve yo”, dice Estela Santander.

jueves, 15 de abril de 2010

"No denuncio a la Iglesia, sino a un sacerdote que abusó de mí"


Manos acusadoras. Alcides Guzmán no quiere ser retratado, pero permitió fotos de medio cuerpo durante la entrevista.


Alcides Guzmán, el joven que denunció al sacerdote Mario Sotelo por presunto abuso sexual, accedió a una entrevista con Última Hora. Confiesa que se siente discriminado por su familia y amigos


Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

Tiene 18 años de edad, pero da la imagen de ser todavía un niño campesino pequeño, humilde y asustado.
Flaco y de estatura mediana, vestido con un pantalón y una remera sencilla, con una pequeña mochila en las manos, Alcides Guzmán recibe al periodista con la mirada hundida en el piso, en una sala privada de la Secretaria Nacional de la Niñez y de la Adolescencia, oficina regional de Ciudad del Este, pocos minutos antes de prestar declaración ante la fiscala Juliana Giménez, quien investiga la denuncia por presunto abuso sexual que presentó contra el sacerdote Mario Sotelo, ex párroco de Juan León Mallorquín.
Alcides ha viajado desde Asunción, temeroso de que la prensa se entere de su presencia, y su imagen sea retratada en los medios. “No, no quiero que me saquen fotos, por favor. Demasiado estoy sufriendo la burla de algunos que ya me reconocieron”, explica. Hasta ahora, el periodista de ÚH es el único con quien ha aceptado hablar, tras la intermediación de algunos amigos, y con la confianza de que su caso no será explotado de un modo sensacionalista.
A solas en la sala, a Alcides le cuesta abrirse a hablar del abuso que dice haber sufrido, y a ratos da la impresión de que se va a quebrar y echar a llorar.

-¿Podés relatar como sucedió el supuesto abuso que estás denunciando?
-Sí, voy a tratar. Me es difícil hablar del tema. Yo soy de Juan León Mallorquín (Alto Paraná), nacido allí, vengo de una familia humilde. Le conocía al padre Mario Sotelo, que era el párroco, pero desde lejos nomás, hasta que me preparé para hacer mi Primera Comunión y me fui a confesarme con él.

-¿En qué fecha hiciste la Primera Comunión?
-El 26 de noviembre de 2008.

-¿Qué edad tenías vos, entonces?
-Tenía 17 años.

-¿Y qué sucedió en el confesionario?
-El padre me dijo que estaba muy preocupado por mí, porque mirándome a los ojos había visto que yo estaba muy enfermo, que alguien me había puesto una especie de payé (brujería), que me iba a causar mucho mal. Yo le confesé que realmente me sentía mal, y me preocupó lo que me dijo, ya que era un pa’i. El me dijo que me podía ayudar a curarme, y que venga otra vez después junto a él en la parroquia, para ver qué podíamos hacer.

-¿Volviste después junto al sacerdote? ¿Qué pasó, entonces?
-Volví otra vez, varias veces, y él me iba hablando, me iba convenciendo de que yo estaba muy mal. Yo en esa época no sabía muchas cosas y le creí todo lo que me decía, porque él sabía hablar muy bien. Hasta que, al fin, me dijo que la única manera de curarme de la enfermedad que yo tenía era a través de un acto sexual, que por el semen iba a salir, iba a limpiarse todo en ese momento. Y me propuso hacer con él…

-¿Cuántas veces mantuvo relaciones sexuales contigo?
-Fue una sola vez. Después el padre Mario quiso volver a tener, pero yo ya me negué.

-¿En qué fecha ocurrió el acto sexual?
-Fue a fines de diciembre del 2008.

-¿En qué momento creíste haber sido víctima de un abuso, y por eso hiciste la denuncia?
-Como te dije, en ese momento yo le creía todo lo que me dijo, pero por otra parte sentía vergüenza, culpa, por lo que habíamos hecho. Algo me decía que estaba mal, pero no me animaba a contarle a nadie. Recién varios meses después le conté a una persona, y me dijo que yo había sido víctima de un abuso, y que tenía que denunciar. Igual dudé mucho, pero hablando con otras personas fui conociendo mis derechos, por eso hice la denuncia.

-Tu primera denuncia fue ante la Diócesis de Ciudad del Este, presentada el 11 de enero. ¿Qué pasó allí, según tu criterio?
-Primero hablé con los superiores del padre Mario (de la Congregación del Verbo Divino), que me trataron muy bien. Después me llevaron al obispado de Ciudad del Este, donde el obispo (monseñor Rogelio Livieres Plano) me escuchó atentamente, y me hicieron muchas preguntas. Luego fui a otra cita, donde ya estaba el padre Mario Sotelo, que negaba todo lo que yo decía. Al final no pasó nada, decidieron archivar el caso, para mí que le protegen al sacerdote. Por eso decidí hacer la denuncia ante la Justicia, a pesar de que es algo muy difícil para mí.

-¿Por qué decís que es difícil?
-Desde que se empezó a conocer el caso, me siento discriminado por mis familiares y por muchos de mis amigos. Parece que tienen vergüenza de mí. Me tuve que mudar de Mallorquín. Ahora trabajo en un taller mecánico, en Asunción. Algunos me reconocieron desde que mi nombre salió en los diarios y se burlan. Por eso no quiero fotos.

-¿Estás resentido contra la Iglesia Católica por lo que te sucedió?
-No, yo no denuncio a la Iglesia sino a un sacerdote que abusó de mí, aprovechándose a lo mejor de mi inocencia o de mi ignorancia. Pero no tengo nada contra la Iglesia, al contrario, encontré a otros sacerdotes que me apoyan y me acompañan, como el padre Nilo Mármol (titular de la SNNA en Alto Paraná). Yo solo quiero que se haga justicia.

El padre Sotelo guarda silencio

Última Hora intentó obtener la versión del sacerdote Mario Sotelo, pero miembros de la Congregación del Verbo Divino, a la que pertenece, indicaron que por el momento el sacerdote no quiere hacer declaraciones.
Sotelo, quien se desempeñaba como titular de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Juan León Mallorquín, Alto Paraná, fue trasladado a la Diócesis de Encarnación, pero el obispo local, Ignacio Gogorza, anunció que solo será admitido una vez que la Justicia resuelva el caso de presunto abuso sexual por el cual es denunciado, y lo absuelva favorablemente.
Actualmente, según informes, el padre Mario Sotelo se encuentra en la localidad de Edelira, Itapúa, en casa de sus familiares.