martes, 19 de mayo de 2009

CDE CONFIDENCIAL (3): Traficantes cruzan el río con la complicidad de los marinos


Un efectivo de la Armada Nacional, en una lancha de la institución, vigila un muelle pirata en el barrio San Miguel ("Kuwait"), mientras el contrabando cruza en pleno día hacia el Brasil.


Aunque la mayoría de los puertos clandestinos operan de noche, ÚH sorprendió a varias lanchas cruzando el Paraná a pleno día con cargas ilegales, mientras un efectivo de la Armada vigilaba sin intervenir.

Por Andrés Colmán Gutiérrez,
Wilson Ferreira
y Francisco Espínola


Tras la fugaz y arriesgada excursión fluvial por la zona del barrio San Miguel o Kure kua, para fotografiar por primera vez los puertos clandestinos con sus ingeniosas rampas de madera (publicado en nuestra edición de ayer), ubicado a apenas mil metros de la sede central de Aduanas y Puertos de Ciudad del Este, nuestra embarcación se dirige aguas abajo para visitar otros embarcaderos ilegales en los barrios San Miguel y Remansito.
Ya es casi mediodía de un día entre semana y sigue cayendo una pertinaz llovizna, que hace suponer a nuestro navegante guía que probablemente no habrá actividad de cruce de lanchas en el río.
Equivocada apreciación. En las casi media hora que duró nuestro paseo periodístico, en los apenas 9 kilómetros que van desde el Puente de la Amistad hasta la desembocadura del río Yguazú, nos topamos con cinco lanchas que cargaban mercaderías en varios puertos clandestinos, y luego se largaban a cruzar el turbulento Paraná, rumbo a la costa brasileña, a plena luz.
Y lo más increíble: en uno de los embarcaderos ilegales divisamos a una deslizadora de metal color gris, que lleva la inscripción “Prefectura Naval – LP 37 - Armada Paraguaya”, con un hombre con uniforme militar y chaleco salvavidas parado al lado, quien observaba atentamente a los que cargaban los enormes bultos envueltos en hule negro en el interior de las embarcaciones, y que luego se lanzaban raudamente a atravesar el río.
¿Acaso íbamos a ver a un valiente marinero cumpliendo su rol de velar por la soberanía nacional e impedir el tráfico ilegal y el robo al fisco?
Nos quedamos con las ganas. El marino parecía más preocupado en vigilar que las lanchas con su carga de contrabando crucen sin ningún problema hasta el otro lado de la frontera.

ZONA LIBERADA. Desde la desembocadura del río Acaray, muy cerca del Puente de la Amistad (aguas abajo de la represa de Itaipú), hasta la desembocadura del río Yguazú, en el punto exacto de la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, son casi diez kilómetros de costa sobre el río Paraná, que en la práctica constituye una “zona liberada” para el tráfico ilegal de todo tipo (especialmente cigarrillos falsificados, armas y drogas, pero también electrónicos), con la obvia complicidad de las autoridades.
Según la observación realizada en el mismo terreno por los periodistas de Última Hora, y corroborada por informantes que conocen bien el tema, e incluso con datos proveídos por la Unidad Especial de Policía Marítima (Depom) de la Policía Federal brasileña, con asiento en Foz de Yguazú, en estos diez kilómetros de costa existen más de cien puertos clandestinos a ambos lados del río, de los cuales más de 60 están del lado paraguayo y cerca de unos 40 del lado brasileño.
En la costa Paraguaya, los embarcaderos ilegales se concentran en tres barrios populosos y marginales, ubicados precisamente junto a la ribera del río: San Rafael, San Miguel y Remansito, mientras del lado brasileño los puertos están también en las llamadas “favelas” o villas humildes Jardin Jupira, Bambú, Monseñor Guilherme y Medianeira.
Los puertos piratas más estructurados están en San Rafael, aguas arriba del Puente de la Amistad. Se calcula 15 en total, y permanecen más ocultos, ya que el barrio es de difícil acceso por tierra, es constantemente vigilado por los mismos pobladores para no permitir el ingreso de personas extrañas. Allí hay numerosos depósitos, ubicados principalmente sobre la desembocadura del río Acaray, y la mayoría tienen rampas de madera que conectan al río, para arrojar las cargas directamente a las lanchas, a gran velocidad, en horas de la noche, en completa oscuridad.
Más abajo del Puente, en los barrios San Miguel y Remansito, no hay rampas, sino escaleras de piedra o tierra apisonada que conducen desde los depósitos hasta una pequeña playa donde atracan los bancos. El cruce se realiza principalmente de noche, pero también de día, como lo demuestran las fotos captadas por Última Hora.

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