Estela Santander (de espaldas), relata el calvario sufrido.Tras padecer un largo calvario, Estela Santander relata cómo la llevaron engañada desde Ciudad del Este a España, para someterla a una red de prostitución. Pese a las denuncias, la mafia de la trata de mujeres sigue operando con total impunidad.
Por Sofía Masi
y Andrés Colmán GutiérrezCIUDAD DEL ESTE
¿Cómo se puede regresar desde los abismos del dolor más terrible, y sentir que una está viva para poder contar lo que ha sufrido, más allá de la rabia, la vergüenza, la impunidad, la impotencia, los prejuicios de la gente? Estela Santander confiesa que aún le cuesta creer todo lo que le pasó, desde que le ofrecieron viajar a España para trabajar en el servicio doméstico, pero acabó encerrada en varios burdeles de la ciudad de Alicante, obligada a someterse a la prostitución.
“A veces siento como si lo que me sucedió le hubiera pasado a otra persona. Con ayuda sicológica estoy tratando de volver a armar mi vida, pero sé que ya nunca seré la misma”, admite tras la larga entrevista mantenida con periodistas de Última Hora y Telefuturo, en la que fue relatando minuciosamente el largo calvario que padeció, como víctima de un presunto caso de trata de personas con fines de explotación sexual, que está siendo investigado tanto por las autoridades españolas como por la Fiscalía de Ciudad del Este.
Hace ya varios meses que Estela pudo escapar de su cautiverio y regresar al Paraguay en junio de 2009, pero recién ahora se anima a romper el silencio y a hablar con miembros la prensa. No tiene reparos en que se mencione su nombre, pero no quiere fotografías que la identifiquen. Su testimonio aporta reveladores datos de cómo la red de trata y prostitución sigue operando impunemente a pesar de las denuncias, y lo publicaremos en dos entregas.
EN BUSCA DE TRABAJO. Obligada por las deudas que su familia había contraído ante la enfermedad de su madre, en noviembre de 2008, Estela Maris Santander Yrala, entonces con 40 años de edad, aceptó ir a trabajar a España, dejando un hijo de 10 años en Ciudad del Este.
Según su relato, fue convencida por su ex cuñada, Marta del Socorro Ortíz López, quien le dijo que trabajaría en una casa como empleada doméstica. “Marta fue pareja de mi hermano y está en España desde el año 2006, donde es concubina de un español, Joaquín Morsillo. En diciembre del 2007, ella ya había gestionado que mi hermana menor vaya a trabajar, quien luego regresó”, cuenta Estela.
Entonces Estela no sabía que su hermana menor también había sido víctima de la misma red, de la que finalmente pudo escapar, ya que a su vuelta ella no dijo nada, por miedo o por vergüenza. Recién en España lo supo.
Durante un viaje de Marta del Socorro a Paraguay, esta le propuso ir a España, donde le conseguiría un buen trabajo. “Me dijo que, si no tenía dinero, yo podía contactar con un abogado llamado Crispín Villalba, en Ciudad del Este, quien me ayudaría con las gestiones y el dinero para el pasaje”, refiere.
Así lo hizo. El 22 de noviembre de 2008, según la denunciante, el abogado Crispín Villalba fue a buscar a Estela a su casa, en el barrio Don Bosco de Ciudad del Este, y la llevó a realizar gestiones, para luego trasladarla hasta Península, localidad al sur de Presidente Franco, donde supuestamente una persona debía darles el dinero para el viaje. “A la noche me llevó a una casa donde íbamos a pernoctar. Allí me forzó a tener relaciones sexuales con él, aprovechándose de mi necesidad, diciéndome que solo así me iba a ayudar a viajar”, relata la mujer.
LA DEUDA. El 24 de noviembre de 2008, según Estela, el abogado Crispín Villalba la llevó a la agencia Master, Viajes y Turismo, en el shopping Mirage, microcentro comercial de CDE, donde Crispín abonó 2.100 dólares por el pasaje, como un préstamo que luego había que devolver.
Cuenta que allí le hicieron firmar un pagaré por 24 millones de guaraníes, como garantía en caso de que no devolviera el préstamo en tres meses. “Allí Crispín me dio además 125 dólares de viático, y le dijo al dueño de la agencia, Ramón Jara, de que si necesitaba más dinero para entrar a España, el me entregue sin problemas”, refiere.
Alega que todos los trámites eran monitoreados por su ex cuñada, Marta del Socorro, desde España, quien esa misma tarde le llamó para confirmar la fecha del viaje. También habló por teléfono con el español, Joaquín Morsillo, pareja de Marta, quien le dio un número de celular para contactar con él al llegar a Italia, y poder organizar su entrada a España.
VIAJE AL INFIERNO. El 24 de de noviembre de 2008, temprano, Estela Santander se presentó a la agencia Master, Viajes y Turismo, para recoger su pasaje y ser llevada hasta el Aeropuerto de Foz de Yguazu, Brasil, y encontró que había 43 personas que viajarían con ella en la misma “excursión”.
El pasaje, en el vuelo JJ3558 de TAM era con destino a Roma, Italia (con escala en Milán), y todos debían decir que eran “turistas en visita a El Vaticano”. Lo que la mujer no sabía es que, en lugar de la Ciudad Santa, la estaban llevando en un viaje al infierno.
Al llegar a Roma, fueron hospedados en un Hotel llamado Palacavicci. De allí Estela llamó por teléfono al español Joaquín Morsillo, a quien avisó que iban a llegar a Barcelona, España, todos los “turistas paraguayos” que partieron de Ciudad del Este, en un autobús de turismo especialmente rentado por la agencia turística.
“Viajamos más de 20 horas y no tuvimos inconvenientes en la frontera. Yo llegué a Barcelona y de allí fui en tren hasta Alicante, donde me tenían que esperar Marta y Joaquín. Solo me quedaban 3 euros en el bolsillo. En la Estación de trenes solo apareció el español para buscarme y me llevó en su auto directamente a un club nocturno, que en realidad era un prostíbulo llamado El Castillo, en un lugar conocido como El Rebolledo. Me encontré con la gran sorpresa: Joaquín me dijo que el trabajo que tenía que hacer era vender mi cuerpo, igual que la mayoría de las chicas, en su mayoría rumanas, que estaban en el lugar. Allí sentí que la tierra se abría bajo mis pies”, relata Estela.
“En el camino me fue explicando que no había forma de conseguir otro trabajo y tenía que quedarme en ese club, que iba a ser solo por unos días hasta conseguir algo mejor. Me entregó una bolsa con ropa interior, zapatos, preservativos, crema de lavado vaginal, etc. Me dijo que entre y pregunte por Miguel, que ya estaba todo arreglado. Yo no sabía qué decir, no sabía qué hacer, y le obedecí”, recuerda.
PROPUESTAS DE SEXO. Dentro del club, Miguel, el gerente, la recibió y le preguntó si quería empezar a trabajar esa misma noche. “Se me ocurrió decirle que estaba muy cansada del largo viaje, y si por favor me podía dejar descansar primero. Me llevó a una habitación, donde estaba una chica brasileña. Esa noche, ella me contó cómo era el negocio, que teníamos que estar en el Club desde las 5 de la tarde para atender a los clientes, y que si estos querían sexo les teníamos que llevar a la habitación”, refiere.
Al día siguiente, el gerente le dijo a Estela que ya estaba adeudando 65 euros por el alquiler de la habitación, y que debía empezar a trabajar para poder pagarlo. “Desde esa tarde comencé a atender en el club con las otras chicas, la mayoría eran de nacionalidad rumana, casi todas rubias. No había muchos clientes en esa época, y me salvé de tener que trabajar”, alega.
Al cabo de una semana, su ex cuñada Marta del Socorro la llamó por teléfono, y ella le pidió ayuda para que la saque del lugar. “Me dijo que tenga paciencia, que busque trabajar con buenos clientes para juntar dinero y poder pagar la deuda, porque de otra manera no iba a poder salir de ese sitio”, cuenta.
AMENAZAS. Estela no quiere recordar muchos detalles de lo que era la vida cotidiana en el prostíbulo español. Por momentos da la impresión de que los recuerdos la hieren, pero en otro instante necesita expiarlos. “Nos daban un vale para tomar una copa gratis al empezar, que según las chicas tenía droga. Yo nunca tomé. Allí adentro corría bastante la droga y muchas chicas eran viciadas”, cuenta.
A los 15 días la volvió a llamar Marta y le propuso llevarla a otro club llamado Granada. Dice que vinieron a buscarla con Joaquín, y durante el trayecto ella les pidió que ya no la dejaran trabajar en el local, que quería buscar otro empleo más digno. “Allí el español me amenazó diciéndome que había una mafia detrás de todo eso, y que si yo no trabajaba para pagar la deuda, me iban a liquidar”, narra.
Finalmente la llevaron a otro club llamado Pippo’s, del cual conserva la tarjeta y los vales, ubicado en Carretera Nacional 340, kilómetro 694, de Alicante. Cuenta que allí trabajaba todo el día, y cada cliente debía pagar 50 euros por un promedio de media hora de compañía en la habitación.
“En esa época no había muchos clientes, y no podía juntar el dinero necesario para pagar la deuda que Marta y Joaquín pasaban todas las semanas a cobrar. Entonces Joaquín me propuso vender cocaína dentro del local, pero yo rechacé, me dio mucho miedo”, relata.
AYUDA PARA ESCAPAR. Estela Santander agradece que, en medio de todo el infierno en que fue su vida, ella logró encontrar a personas generosas que la ayudaron a salir del club nocturno donde era explotada.
“Por suerte pude encontrar a unos clientes que se compadecieron de mí situación y me ayudaron con dinero para pagar toda la deuda que tenía en el local, y así poder salir. El 20 de febrero de 2009 pude pagar todo y salir del club, estos buenos amigos españoles me llevaron a un departamento, en Orihuela (Alicante) junto a una señora, donde me pude quedar”, recuerda.
Durante algunos meses, ella trabajó como empleada doméstica con la mujer que la recibió en su casa, mientras Marta del Socorro y su concubino la buscaban afanosamente.
“El 23 de abril de 2009, mientras yo estaban escondida de la pareja en España, el abogado Crispín Villalba se fue hasta la casa de mi mamá en Ciudad del Este, y amenazó que si yo no aparecía a pagar la deuda del pagaré, iba a hacer desaparecer a uno de mis hermanos”, relata.
Finalmente, con el apoyo de organizaciones internacionales que apoyan a víctimas de trata, ella pudo retornar al Paraguay y desde entonces intenta rehacer su vida, pero la sobra de todo lo que sucedió la acecha como una maldición siniestra.
“Hice una denuncia en España y otra en Paraguay, pero sinceramente confío más en la Justicia española que en la de mi país. Aquí la investigación no avanza, la fiscalía nunca tomó en serio mi caso, y las personas que me llevaron siguen trabajando tranquilamente, llevando más mujeres como yo bajo engaño. Lo más terrible es que mi propia hermana menor fue víctima antes que yo, ella pudo escapar y volver, pero nunca dijo nada por vergüenza. En España supe que ella estuvo en la misma habitación del prostíbulo donde estuve yo”, dice Estela Santander.